Cano, adiós sin una lágrima

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Francisco Galvis Ramos

Francisco Galvis Ramos

Columna: Contrapunto

e-mail: contrapunto@une.net.co



Hace ya años que la guerrilla colombiana perdió la connotación política que se le atribuyó y por ahí derecho ese resuello romántico que convocó a tantos jóvenes que cambiaron azadones o libros por fusiles, los campos fértiles y las universidades por atajos y caminos selváticos, restándole a la sociedad el contingente de campesinos laboriosos, mentes creadoras y líderes democráticos en ciernes.

Entre los años sesenta y setenta una organización pro comunista, la Federación Universitaria Nacional, FUN, estuvo dedicada a la agitación estudiantil, al adoctrinamiento marxista leninista, maoísta y castrista, al reclutamiento de la floración lozana universitaria, entre la que cabe citar a guisa de ejemplo a Jaime Arenas, los hermanos Vásquez Castaño y el de moda Guillermo León Sáenz, alias "Alfonso Cano".

Desde la Casa Universitaria de Bogotá, que nos congregaba a un grupo muy activo de mozalbetes formados en la Doctrina Social de la Iglesia Católica, bajo inspiración jesuita y el auspicio del empresariado católico, nos dimos a la tarea abrumadora de desactivar la Federación Universitaria en misiones arriesgadas, logrando penetrar el estamento universitario de los principales centros de formación del país, correspondiéndome con Pedro Peralta Pérez hacerle frente al caudillo Jaime Arenas en sus propios predios, la Universidad Industrial de Santander.

Aquello hubiese sido una gesta completa si a la lograda ruina de la Federación Universitaria le hubiéramos sumado la formación de una nueva organización estudiantil, demócrata y cristiana. Matamos el tigre y nos quedamos con el cuero y desde entonces los universitarios carecen de columna y vocería orgánica para propender por sus intereses verdaderos y pienso en estos momentos que de haberlo hecho le habríamos ahorrado muchos viajes sin regreso a tantos hombres y mujeres que han perdido la vida en la guerrilla a cambio de nada distinto a la muerte.

Ahora mismo en las universidades la protesta es cosa de vocinglería, estruendos, destrozos y correteos sin consecuencias trascendentales a cargo de "guerrillermos" urbanos.

De hace tiempo asistimos a la lenta pero incontenible agonía de la caterva criolla. De eso no se dan cuenta ni los facciosos mismos cada vez que declina una de las estrellas de su extraviado firmamento, la última quien ocupara la cima de la banda vuelta comúnmente criminal con el correr de los años, por abigea, secuestradora, extorsionista y traficante de estupefacientes.

La mamertería, la social bacanería, los brazos políticos de la guerrilla, la intelectualidad partidaria, como que no aterrizan todavía luego del golpe asestado a las Farc por los bravos soldados de la Patria y han estado como mesurados cuando no silenciosos, como si ellos mismos recibieran aquello a manera de golpes de trancas en sus ilustres cocorotas.

Que la vida humana es sagrada, sí. Es la regla general y como toda regla general, admite excepciones. Por eso le digo adiós a Cano, sin derramar una lágrima. Esas las tengo reservadas para las víctimas de los malvados como él.

Tiro al aire: como quedó visto atrás, no le perdí el miedo al miedo en la dirección de Fiscalías, sino que lo traigo perdido desde mis mocedades turbulentas y, ya casi en la edad vetusta, no es hora de dar marcha atrás.



Más Noticias de esta sección