La violencia está en los detalles

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Amed Zawady Leal

Amed Zawady Leal

Columna: Opinión

e-mail: amedzawadyleal@hotmail.com



El año que comenzó el sábado próximo pasado, pudo haber sido trágico para nuestra familia.

Siendo las doce de la noche, y en medio de los abrazos y el jolgorio por los buenos deseos de un nuevo año lleno de dicha, notamos que Juan Manuel, nuestro hijo menor, profería un grito y se tomaba desesperadamente la región entre el hombro izquierdo y el cuello. En medio de la sorpresa producida, se notaba claramente un agujero en la camiseta y un quemón hacia la espalda alta. Examinándolo, una familiar que trabaja en el sector salud de una importante y prestigiosa clínica de la ciudad de Santa Marta expresó con claridad que se trataba de una bala pérdida y que no revestía peligro alguno. Inmediatamente vinieron a mi memoria los días aciagos en los que el feroz enfrentamiento entre dos familias de la guajira llenaba de terror y muerte nuestra pacífica ciudad.

Recordé la irresponsabilidad y la barbarie de los desadaptados que por costumbre arcaica y cavernaria disparaban (¿disparan?) sus armas para recibir el nuevo año. Costumbre esta de grotescos semi-animales que con ínfulas de “machos” desfogan sus instintos criminales y su oculta cobardía patológica.

Esta conducta agresiva está rotundamente prohibida por La Ley colombiana debido a sus muy probables y posibles desenlaces fatales.

Por tanto, este escrito es una invitación a las autoridades y a la ciudadanía en general para castigar y denunciar a quien caiga en estas costumbres violentas, criminales e irresponsables.

No esta demás recordar que algún dirigente(a) de cuyo nombre no quiero acordarme, aboga, sin sonrojarse y con escasos argumentos, por el uso indiscriminado de armas de fuego cuando, por el contrario, estas deberían ser artículos prohibidos pues impulsarían comportamientos contrarios a nuestra Constitución que privilegia la conservación de la vida de todos los asociados. El comportamiento de una descastada (y desgastada) minoría evidentemente impide esa conducta más propia de sociedades con alto grado de educación y cultura, amantes de la paz y el respeto a la existencia.

Hoy por tres escasos centímetros, y por la gracia de Dios, celebro la vida de mi hijo y la de todos los buenos-y completos-seres humanos que desarrollamos nuestro trasegar en esta bella ciudad.
¡Fuera los violentos!