Calidad en la educación

Columnas de Opinión
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Los diferentes actores educativos coinciden en un concepto que la educación de calidad es la que propicie el desarrollo pleno de los estudiantes para hacer frente a los desafíos que surgen en una sociedad que evoluciona con gran velocidad. Desde mi perspectiva y considerando siempre en la consecución de una educación de calidad que es la base para mejorar la vida de las personas y para lograr un desarrollo sostenible en un entorno.

Las dimensiones que consideran van desde las pedagogías, éticas y socioemocionales, hasta las económicas y políticas, sin dejar de lado la eficacia, eficiencia, pertinencia y equidad. Es importante involucrar la sociedad en general en el proceso por mejorar la calidad de la educación, aunque es importante destacar la responsabilidad de las autoridades educativas, los docentes, padres de familia y directivos del proceso de educación como representantes claves para contribuir activamente en esta transformación.

Las sociedades actuales deben darle gran importancia a la educación que reciben sus jóvenes, en la convicción de que de ella dependen tanto el bienestar individual como el colectivo. La educación es el medio más adecuado para construir su personalidad, desarrollar al máximo sus capacidades, conformar su propia identidad personal y configurar su comprensión de la realidad, integrando la dimensión cognoscitiva, la afectiva y la axiológica. Para la sociedad, la educación es el medio de transmitir y, al mismo tiempo, de renovar la cultura y el acervo de conocimientos y valores que la sustentan, de extraer las máximas posibilidades de sus fuentes de riqueza, de fomentar la convivencia democrática y el respeto a las diferencias individuales, de promover la solidaridad y evitar la discriminación, con el objetivo fundamental de lograr la necesaria cohesión social.

Además, la educación es el medio más adecuado para garantizar el ejercicio de la ciudadanía democrática, responsable, libre y crítica, que resulta indispensable para la constitución de sociedades avanzadas, dinámicas y justas. Por ese motivo, una buena educación es la mayor riqueza y el principal recurso de un país y de sus ciudadanos.

Si reconocemos que las Universidades ocupan un papel central en el desarrollo cultural, económico y social de un país, será necesario reforzar su capacidad de liderazgo y dotar a sus estructuras de la mayor flexibilidad para afrontar estrategias diferenciadas en el marco de un escenario. Esta capacidad les permitirá desarrollar a cada una de ellas planes específicos acordes con sus características propias, con la composición de su profesorado, su oferta de estudios y con sus procesos de gestión e innovación. Sólo así, la sociedad podrá exigir de sus Universidades la más valiosa de las herencias para su futuro: una docencia de calidad y una investigación de excelencia.

Lograr que todos los ciudadanos puedan recibir una educación y una formación de calidad, sin que ese bien quede limitado solamente a algunas personas o sectores sociales, resulta acuciante en el momento actual. Países muy diversos, con sistemas políticos distintos y gobiernos de diferente orientación, se están planteando ese objetivo; es por ello que nuestros gobernantes y lideres deberían siempre garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizajes.



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