Estudiantes de la pandemia

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Eimar Pérez Bolaños

Eimar Pérez Bolaños

Columna: Opinión

e-mail: eimar.perez@unad.edu.co


Totalizar la concepción del mundo no es conveniente, pese a la subjetividad presente en su interacción, este debe ser abordado y entendido a partir de perspectivas, más cuando el objeto de estudio se dirige a lo otro, en este caso, a lo humano. No obstante, la reflexión que promueve la perturbadora Pandemia, permite tratar múltiples temas, amparados en el análisis de toda percepción individual.

Entonces, así como el Decreto 230 del año 2002 y su posterior fantasma Decreto 1290 del año 2009, que regulan la promoción en educación básica y media en Colombia tienen sus “hijos”, (estudiantes que fueron promovidos al siguiente grado por una comisión de evaluación, sin alcanzar el mínimo de competencias básicas), asimismo la Pandemia del COVID19 “engendra” los propios en materia educativa. Me refiero a los procesos de aprendizaje esperados a partir de tales circunstancias. Los decretos mencionados, tienen algunas justificaciones teóricas a partir de los nuevos modelos pedagógicos, pero lo segundo es una situación fortuita y producto del azar. Como el espectro es demasiado amplio, sòlo me voy a centrar en el proceso de enseñanza-aprendizaje en el nivel universitario de pregrados.

En tres semestres desarrollados en medio de la Pandemia, posiblemente cuatro y estando en protensión de ampliar los plazos, se tuvo que adoptar la virtualidad como único mecanismo de garantía para continuar con los procesos, lo cual para quienes no estaban acostumbrados a dicha modalidad, tanto docentes, como estudiantes y padres de familia, su práctica ha dado un giro abrupto.

Sin embargo, en mis observaciones, experiencia y análisis, la gran mayoría ha puesto de su parte para sacar adelante sus proyecciones de aprendizaje, de finalización de carreras, de prácticas, hasta llegar al certificado profesional mediante la graduación. A pesar de ello, y es lógico, hay un pequeño pero significativo número de estudiantes en este caso, que dada a la necesaria flexibilización y autonomía que se maneja en la mediación virtual, aclarando que esta importante forma de educación no significa carencia de rigor, sino que exige sobre todo en el estudiante compromiso consigo mismo, madurez y autoexigencia, dado a que el docente sólo se convierte en un guía (tutor) asincrónico en la mayoría de los casos.

En consecuencia, este número pequeño de dicentes ha aprovechado la flexibilización educativa para relajarse, termino muy utilizado en estos tiempos de crisis. Lo cual pone en evidencia varias aristas y repercusiones a corto y mediano plazo. La primera, es que muchos han encubierto sus debilidades académicas e inclinaciones profesionales en dicha flexibilización. La segunda es que, a futuro, la frustración por la carencia o no desarrollo de varias competencias básicas en sus programas de estudio será evidente. La tercera, la responsabilidad y ética profesional se va a ver afectada, más cuando su objeto básico involucre, diagnóstico y cura para seres vivos o implique peligros para estos.

Estos aspectos son notorios y para mí no tan justificables en el mayor de los casos, dado a que se aprovecha la flexibilidad o la brecha entre control y autonomía, para caer en el letargo, confort y en el autoengaño de pensar que con sòlo “conectarse” a Meet, Zoom o Teams y decir presente, sin estar atento, ya se está “cumpliendo” con un programa académico.
Finalmente, es claro que los ritmos de aprendizaje no son iguales, ni la educación es un proceso lineal y acabado en el ser humano. Pero si es importante tener presente las nuevas variables que ha incluido o puesto en evidencia la pandemia, que día tras día genera más retos en diferentes ámbitos.