Liderazgos que impulsan y otros que estancan

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Escrito por:

Veruzka Aarón Torregrosa

Veruzka Aarón Torregrosa

Columna: Opinión

e-mail: veruzkaaaron.t@gmail.com

Twitter: @veruzkaaaron


‘Para Barranquilla viene una gran explosión de obras’, así tituló el periódico El Tiempo, la entrevista que el pasado 03 de enero, le hizo a Jaime Pumarejo, alcalde de Barranquilla. El titular, resulta apropiado para describir el ambicioso plan de obras que el gobierno de dicha ciudad, gestiona para el desarrollo social, económico y ambiental de su territorio.

Pumarejo, destacó como principales proyectos de su administración: la recuperación de la Ciénaga de Mallorquín y la playa de Puerto Mocho, estratégicos, no solo por la recuperación ambiental y la ampliación de la oferta de espacio público, sino por el impacto de estas nuevas áreas en la apuesta de la ciudad, de convertirse en un destino turístico competitivo nacional e internacionalmente. Otra de las iniciativas que resalta, es la empresa de generación eléctrica propia, con la que esperan cubrir la demanda de servicios institucionales del Distrito, y más adelante, vender sus excedentes. Asimismo, vienen proyectos en materia de seguridad, educación e infraestructura.

Sobresale de este plan de obras, que su financiación no se limita a recursos propios y aportes de la Nación. El gobierno, aprovechando las excelentes calificaciones de riesgo de la ciudad -Fitch, les mantuvo la calificación AAA- ha gestionado financiación ante la banca internacional. La ciudad, obtuvo un préstamo del BID por US$100 millones, y ante el mismo, gestionan uno nuevo por un valor superior al anterior. Asimismo, han incursionado en el mercado de valores con la emisión de bonos de deuda pública, que les permitirá apalancar más recursos para financiación de obras.

Llegar a este buen momento, no ha sido fácil para Barranquilla. Esta ciudad, debió transitar por una profunda crisis de gobernabilidad derivada de promesas de cambio, incumplidas por gobiernos que se presentaron como una alternativa política a los grupos tradicionales que mantenían el poder hasta entonces. El “experimento”, que si bien, destaca el esfuerzo del pueblo barranquillero por castigar las malas prácticas de anteriores gobernantes, tuvo un alto costo para la ciudad en términos de calidad de vida de la población, liderazgo y competitividad del territorio. El movimiento populista que accedió al poder, después de anclarse, terminó por repetir las conductas corruptas que cuestionaba de sus antecesores. Sus dos principales líderes, fueron condenados e inhabilitados para ejercer cargos públicos.

Este periodo de crisis, que relegó a la ciudad a los más bajos niveles de sus indicadores sociales y económicos, obligó al conjunto de su sociedad a asumir los respectivos liderazgos, a fin de planear y participar del proceso de redención del territorio. De lado, quedaron los discursos para incendiar a las masas resentidas, y se dio paso a la proactividad y la ejecución. 12 años fueron suficientes para que Barranquilla, pasara de ser una ciudad proscrita en el orden nacional, a convertirse en una de las 10 de ciudades –única de Colombia y Suramérica en esta categoría- con mejor atracción de inversiones en el mundo (ranking de Ciudades del Futuro 2021 del FDI, desarrollado por el centro de inteligencia del periódico británico Financial Times).

Caso contario el de Santa Marta, cuya ciudadanía, al parecer se conformó con su propio “experimento”: un grupo político que, valiéndose del inagotable discurso de “los de antes”, ha logrado distraer la atención de la opinión pública respecto a las incapacidades de gestión y ejecución de sus gobiernos. Asimismo, posar de víctimas cuando se trata de responder ante la justicia por sus cuestionables conductas.

Hay liderazgos que impulsan y otros que estancan, y el fenómeno de Barranquilla, así lo confirma. La construcción, posicionamiento y competitividad de una ciudad, es un sumario de acciones y gestiones que demandan no solo tiempo y esfuerzo, sino la visión y disposición integral de las sociedades y sus líderes, quienes, a pesar de representar distintos sectores, deciden anteponer el interés común de buscar la prosperidad de sus territorios.

La experiencia de Barranquilla, debe invitar a los samarios y en especial a sus líderes sectoriales-, a reflexionar sobre la responsabilidad respecto al estado de postración en que se encuentra la ciudad. La ciudad no puede seguir sometida a “experimentos”, que no han producido más que nefastos resultados. Razón tenía Albert Einstein, cuando manifestaba: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo.”