Vicepresidencia del 2022

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Javier Lastra Fuscaldo

Javier Lastra Fuscaldo

Columna: Opinión

e-mail: javierlastra6@hotmail.com

Twitter: @JLastraFuscaldo


Suena por estos días las renuncias de altos funcionarios del Gobierno para evitar inhabilidad en sus aspiraciones a las elecciones del 2022 a la Presidencia de la República y una de las que más despierta interés es la de Martha Lucia Ramírez al cargo de vicepresidente.

Aunque su favorabilidad es una de las más baja en el abanico de posibles candidatos, la expectativa de quien será su reemplazo alborota el cotarro político, pues la Constitución Política le confiere al Congreso de la República la facultad de elegir quien haya de reemplazarla para el resto del período.

Se escuchan nombres para suceder a la actual vicepresidenta, como el de Alicia Arango quien se ha desempeñado como Ministra en las carteras de Trabajo y Gobierno y recientemente nombrada por el Presidente Duque como embajadora ante Naciones Unidas en Suiza. El nombre de la embajadora no causa extrañeza en los círculos políticos, aunque sí en la opinión pública, pues viene del corazón del uribismo, no genera mayores vetos en el Centro Democrático y además mantiene excelentes relaciones con el Congreso.

La institución de la Vicepresidencia fue revivida por la Constitución del 91 después de 86 años desde el retiro de Ramón González Valencia quien fuera el Vicepresidente de Rafael Reyes. Desde entonces se usaba la figura del designado, persona elegida por el Congreso para reemplazar al Presidente de la República en caso de ausencia temporal y absoluta. Pero, así como la Vicepresidencia se acerca a sus 30 años también tiene sus detractores y se ha ventilado la posibilidad de eliminarla.

En los períodos presidenciales desde que se reestableció la Vicepresidencia por la Constitución, sus protagonistas han jugado roles diferentes que van desde la subordinación, coordinación o alianza hasta la confrontación con el presidente. Humberto de la Calle, el primero en ocupar ese cargo desde el 94 renunció a los dos años por profundas diferencias con Ernesto Samper por el escandaloso proceso ocho mil. El Congreso eligió en su reemplazo a Carlos Lemos Simmonds quien gracias a una “palomita” de tan solo 9 días por ausencia temporal del presidente se hizo acreedor a la pensión vitalicia que le otorga la ley 48 de 1962 a los expresidentes.

En el grupo de colaboradores o aliados están Gustavo Bell Lemus, “Vice” de Andrés Pastrana, y Germán Vargas en el Segundo período de Santos y como subordinado, Francisco Santos, fórmula de Uribe. El caso de Angelino Garzón, primer Vicepresidente de Santos, participó de la alianza electoral para llegar al poder, pero sus diferencias conceptuales se volvieron inocultables al punto que en la reelección prescindieron de su participación como fórmula Vicepresidencial.

Estos antecedentes de la Vicepresidencia desde la Constitución del 91 facilitan la discusión de su permanencia como institución. Lo que para muchos estudiosos la figura resulta interesante en términos de alianzas programáticas y partidistas en torno no solo a una elección sino a un período de gobierno, para otros, como Mario Serrafero Q.E.P.D., la vicepresidencia la concibe como una “institución de crisis” que puede volverse problemática y atentar contra la gobernabilidad, como ya lo hemos visto en Colombia y en algunos países de Latinoamérica, ha terminado en un juego de lealtades e intereses que empañan el periodo presidencial.

Al margen de la discusión, para el 2022 la institución se mantiene y sin duda jugará un papel decisivo pues con tantos aspirantes a la presidencia de vuelo regional terminarán acomodándose como fórmulas vicepresidenciales, en últimas, subrepticias intenciones de algunos.