Benditos sean

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Luis Tabares Agudelo

Luis Tabares Agudelo

Columna: Opinión

e-mail: tabaresluis@coruniamericana.edu.co


Muchas veces pienso que en estas navidades muy pocos se acuerdan de Dios. En mi época mi abuela nos llevaba a la misa de gallo con el cual teníamos el beneplácito para que nos pudiera traer el niño Dios. 

Que misa tan larga y saber que teníamos que salir de la Iglesia derechito a la cama porque se podía pasar la hora y nos podíamos quedar sin traído. ¡Qué va!, siempre llegaba incluso mucho después que supimos quién era el que ponía los regalos y por supuesto, mi abuela perdió tres acompañantes a la misa más larga del año. 

De hecho, hoy sufro los mismos tormentos que debieron sufrir mis padres para poder cumplir con el estrén, el traído y por supuesto el marrano para la chicharronada del amanecer navideño del cual guardamos para los tamales del 31. 

Mi casa el 24 y el 31 de diciembre siempre se llena de amigos, esos inseparables que ya parecen hermanos que se aprovechan de mi generosidad porque saben que soy de los que me transformo de alegría hereditaria de mi padre. 

Lo que me ha llamado siempre la atención desde que era niño es todo el despelote que fórmanos para celebrar en nacimiento de un niño en un pesebre hace más de dos mil años. Símbolo de toda la cristiandad. 

Pero, cómo las costumbres nos las heredamos entre países y hasta intercambiamos unas por otras entre los pueblos, es menester que traiga a colación que hoy entre nuestros niños no se habla del niño Dios; lo intercambiaron por Santa Claus que es el de los traídos de los niños ingleses y norteamericanos pero que con el atuendo de trineo, renos y nieve también se transforma en el papá Noel de los niños franceses.

Hay pues acá una mezcolanza de culturas pero que todas apuntan a la felicidad de los niños en esta época del año que trae repechaje para los niños a los que por algún motivo nos le trajo el papá Noel, Santa Claus o el niño dios, con los reyes magos. 

Debido a que esta época no les gusta a todos pues, aunque parezca increíble hay gente que sufre con los estruendos estrepitosos de la pólvora, la casa llena de borrachos, las peleas que hoy no es raro que terminen a tiros, es motivo también de respetar para los que no disfrutan ni las fiestas ni el nacimiento del mesías. 

De todas maneras, cómo además de los niños esta hermosa época también es para celebrar con los amigos, he vuelto a leer esta semana un hermoso poema de Edna Frigato. Esta poetiza nació en Brasil y ha sido reconocida a nivel mundial por la belleza de sus escritos. En su juventud fue profesora de geografía en su natal Sao Paulo pero muy pronto declinó para dedicarse a la literatura.

“Benditos sean los que llegan a nuestra vida en silencio, con pasos suaves para no despertar nuestros dolores, no despertar

nuestros fantasmas, no resucitar nuestros miedos. 

Benditos sean los que se dirigen con suavidad y gentileza, hablando el idioma de la paz para no asustar a nuestra alma.

Benditos sean los que tocan nuestro corazón con cariño, nos miran con respeto y nos aceptan enteros con todos nuestros errores e imperfecciones.

Benditos sean los que pudiendo ser cualquier cosa en nuestra vida, escogen ser generosidad.

Benditos sean esos iluminados que nos llegan como un ángel, como colibrí en una flor, que dan alas a nuestros sueños y que, teniendo la libertad para irse, escogen quedarse a hacer nido.

La mayoría de las veces llamamos a estas personas: amigos”

Feliz 2021. Y por favor aguanten, no se mueran, esta peste pasará.