Relocalización industrial, la nueva apuesta

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Escrito por:

Javier Lastra Fuscaldo

Javier Lastra Fuscaldo

Columna: Opinión

e-mail: javierlastra6@hotmail.com

Twitter: @JLastraFuscaldo


Muchos se preguntaron por qué el gobierno colombiano en esta oportunidad decidió apoyar al candidato de Donal Trump Mauricio Claver-Carone a la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) rompiendo la tradición de 60 años de presidentes latinos de ese organismo multilateral.

Más allá de los evidentes afectos del presidente Duque por el actual mandatario de los Estados Unidos, había una apuesta por la elección de Claver-Carone a cambio de retribuciones para el país en materia económica.

La crisis comercial y política que enfrentan a China y Estados Unidos, además del desacople económico mundial generado por la pandemia ha acelerado el desmonte de las plantas de producción que tiene el país norteamericano en China y ha encontrado en Colombia un aliado en Latinoamérica para relocalizarlas, situación que evaluó el gobierno colombiano al momento de tomar la decisión de contribuir a la postulación y elección del actual presidente del BID, movida que no tendría repercusiones por el triunfo de Joe Biden.

Es un hecho que los países del mundo buscan protegerse y en ese contexto la reagrupación estratégica con fines económicos ha dado lugar a que las  alianzas se hagan en función de su cercanía geográfica, no en vano China acaba de suscribir  con 14 países de Asia Pacífico el mayor acuerdo comercial del mundo, que por su parte Francia y Alemania lideren la reactivación y protección de la Unión Europea y que las Américas tengan que emular esa nueva dinámica, de hecho ya se está empezando a hablar de Made in the Americas.

Es claro que, ante las exigencias de cambio, Colombia no espere que, por sus ventajas competitivas dada su ubicación y recursos, sea suficiente para atraer inversión extranjera, es necesario la rápida reacción para la implementación de medidas que la hagan atractiva. La estrategia “tapete rojo” definida por el gobierno nacional para influir en las decisiones de relocalización y permanencia de inversionistas, si bien busca implementar canales ágiles de comunicación para la atención de inversiones, así como la ventanilla única para la centralización de trámites, deben venir acompañadas de acciones para la articulación entre el gobierno nacional con autoridades territoriales e indígenas pues durante la crisis sanitaria quedó claro el poder de decisión de los entes territoriales dentro de su jurisdicción y esto podría convertirse en un grave obstáculo para la entrada de nuevos inversores.

La crisis sanitaria trajo muchas lecciones. Darnos cuenta que la inmensa mayoría de empresas independiente de su tamaño no estaban preparadas para enfrentar el cambio es de las más importantes. La rapidez y comprensión para readaptarnos ha cobrado un privilegio en las actuales circunstancias, el precio ya no es el factor determinante para ser competitivos como sí lo son el impacto social, ambiental, el buen gobierno, la ética en los negocios, la velocidad de respuesta a clientes pues son atributos que generan confianza y hacen que se consoliden las interacciones comerciales.

Asumir que somos el tercer país en Latinoamérica más atractivo para la inversión extranjera después de Brasil y México como lo confirma el Banco de la República no debería distraernos de los grandes desafíos que demanda la reactivación económica. El crecimiento del PIB del tercer trimestre del -9% estuvo por debajo de las expectativas de los más pesimistas. Retos u oportunidades como lo queramos llamar es lo que tenemos por delante y hay que aprovechar que vendrá un período de relocalización y que ojalá seamos los favorecidos, más por nuestros méritos que por la “jugadita” en el BID.