Como responder al dolor actual

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Cecilia Lopez Montaño

Cecilia Lopez Montaño

Columnista Invitada

e-mail: cecilia@cecilialopez.com



Para que no nos engañemos la verdad es que hoy el mundo está lleno de dolor. Dolor por la pérdida de muchos individuos cuya muerte habría podido evitarse. Dolor, porque hay demasiados enfermos muchos de ellos cuidados dentro de los hogares, con el pánico de terminar en unos hospitales llenos de personas contaminadas y de falencias para poder responder adecuadamente a la inmensa demanda de personas afectadas por la pandemia. Dolor porque no hay recursos suficientes para las necesidades básicas. Hambre e indigencia para aquellos sin ninguna posibilidad de poder responder a estas nuevas realidades y sin el adecuado apoyo para resolver esa situación.

Aceptar esta realidad implica reconocer que ese dolor no está repartido equitativamente. El Covid-19 no discrimina ni por ingresos, ni por color de piel, aunque hay diferencias por edad y por género. Algunos grupos como los adultos mayores tienen más riesgo que los jóvenes y mueren más hombres que mujeres. Pero lo que sí discrimina es el efecto económico de la estrategia para manejar la pandemia, el confinamiento, es decir, el costo económico que se traduce en reducción de ingresos, el tener o no fuentes seguras para generarlos, el poder afrontar estas penurias con ahorros, con apoyos financieros permanente. Por eso el dolor no está repartido equitativamente.

Es al Estado al que le corresponde asegurar las medidas y el gasto necesario para reducir el costo de esta crisis y entre más se demore en aceptarlo más grave es la situación y mayores los esfuerzos que tendrá que hacer. Esto lo está aprendiendo a la fuerza el gobierno colombiano que se demoró en empezar a resolver los problemas, y ahora cuando empieza a hacerlo ya es tarde, y muchos daños son irreparables como la destrucción de empresas, de empleos y de actividades precarias.

A la población, precisamente a aquellos cuyos costos y cuyo dolor es relativamente menor, lo mínimo que se les puede pedir es solidaridad, es generosidad, es entender sus responsabilidades como seres relativamente privilegiados. Pero no. Los médicos y personal de la salud son atacados. Los empresarios les pasan cuenta de cobro a sus empleados o simplemente los sacan de sus trabajos para minimizar pérdidas. Otros sectores se burlan de las medidas y desconocen su responsabilidad como seres con privilegios. No salen a buscar como alimentar a sus familias sino lo hacen para reforzar sus privilegios, como la exreina de Barranquilla.

Lo verdadero es que así no queramos, todos tendremos que pagar el costo de esta crisis y tocará hacerlo por las buenas o por las malas. Si se destruye la vida económica de millones por falta de acción del gobierno, por falta de solidaridad, por abusos de poder, la vida se encargará de hacernos pagar esos costos. Este dolor de la humanidad nos tiene que obligar a repensar el tipo de vida que tenemos; la forma de desarrollo de nuestra economía y la organización misma del medio en que vivimos.

Pero pensar que después de que se controle la pandemia volveremos al lugar que teníamos antes, es una ilusión que se caerá inmediatamente cuando tengamos que enfrentar la reconstrucción de nuestro entorno. Por lo pronto, además de actuar de acuerdo a nuestras posibilidades y responsabilidades, empecemos a reconocer que tendremos que pagar por este gran dolor que hoy aqueja a millones de ciudadanos de este mundo, de nuestro país, de nuestro entorno.


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