Campaña por delante

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jesús Dulce Hernández

Jesús Dulce Hernández

Columna: Anaquel

e-mail: ja.dulce@gmail.com



La pandemia tiene al mundo absorto. Los gobiernos dedicados a “aplanar la curva”; los empresarios preocupados como hace mucho tiempo no lo estaban, incluso los del petróleo; la gente pensando de qué forma le da continuidad a su vida o cómo lucha contra el estado de abulia, que a veces es inevitable. Todo esto es normal, o al menos eso parece, en medio de una pandemia. El tema es que, de no prestar suficiente atención, es peligroso acomodarse en ella.

Si uno se pone a pensar, seguramente antes del virus las cosas no iban muy bien que digamos. Me refiero a los gobiernos, a las empresas y a nosotros mismos. No aprovechar este tiempo para hacer balance y poner un punto aparte en muchos aspectos de nuestras vidas sería un gran error. Yo veo con preocupación, por ejemplo, que las administraciones han optado por hacer del Coronavirus un discurso; algo que no está del todo mal. Lo que me llama la atención es que no sé si internamente estén aprovechando para replantearse cosas: ¿cómo íbamos? ¿Qué tanto nos creía la gente? ¿Qué programas no nos estaban funcionando, o qué ministros, qué secretarios? ¿Cuáles eran nuestras debilidades más latentes?

La crisis de la pandemia es también una oportunidad para autoevaluarse como gestor, como administrador, como persona. Sería muy simplón dejarse llevar por la sola idea de que si manejo bien esta situación coyuntural entonces esa será mi salvación o mi catapulta. Es un momento apto para enderezar el camino, para reunirse con gente inteligente y de confianza con la que uno pueda avizorar un futuro próximo en el que la gestión no solo se note sino que sirva de ejemplo para quienes siguen.

Yo espero que mientras vemos por televisión a los alcaldes, gobernadores y al presidente encarando la pandemia, los demás secretarios y ministros estén montando una estrategia lo suficientemente sólida de gobierno para lo que resta de administración.

Tal vez el momento no ha dado para tanto, pero lo cierto es que esta crisis ha tomado forma de contienda electoral. En Colombia los periodos de gobierno realmente se dividen en dos años de ejecución y dos años de campaña. En lo local aún hay un trecho importante por recorrer, pero en la nación el reloj de arena se agota. La campaña se nos adelantó hace rato y ni nos dimos cuenta.