Conservadurismo: a lo mero macho (1)

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Carlos Payares González

Carlos Payares González

Columna: Pan y Vino

e-mail: carlospayaresgonzalez@hotmail.com



No cabe duda que vivimos en un país predominantemente discriminatorio. Una de las tantas discriminaciones es la sufrida por las mujeres, quienes por desgracia siguen siendo consideradas como si fueran seres menores de edad. Bajo esta odiosa distinción, las mujeres han sido ultrajadas y violentadas por siglos.

Desde el presunto origen divino, han sido consideradas como dignas representantes de la provocación y, por ende, del pecado. Parirás con dolor advierte como un castigo el texto bíblico.

También existen aquellas, como la célebre senadora por el Partido Conservador Liliana Rendón, que consideran que las mujeres merecen trompadas y patadas de los hombres por ser provocadoras o manipuladoras... La auto-declarada esclava de su marido, pareciera no entender, cosa que de por sí es una desgracia, que precisamente este tipo de comportamientos, en algunas mujeres son formas sobrevivenciales ante el cuadro de sojuzgamiento.

Este tipo de comportamientos en vez de liberarlas, reafirma mucho más su condición de conjetural inferioridad, la que no nace de su naturaleza femenina, sino de una historia cultural machista y de una desprotección de lo femenino. De un uso y abuso del dimorfismo natural entre hombres y mujeres que ha sido interpretado vanamente como debilidad o inferioridad.

Cuando un hombre (aún en estado de ebriedad) se enfrenta con otro hombre (así sea pareja gay) mide las consecuencias de su agresión; sin embargo, en tratándose de una mujer se despacha sin temor y sin consideración. Para después ponerse la máscara del arrepentimiento o pavonearse de su valiente ejemplo.

La sumisa senadora ha coincidido (a modo propio) con los consuetudinarios agresores de mujeres, al no observar en la saña del bolillo Gómez nada de insólito y, mucho menos, algo condenable. No es descartable, por lo tanto, que la parlamentaria considere que las violaciones sexuales a las mujeres tengan origen en que estas alborotan de muchas maneras el instinto sexual de los varones. Cosa que justificaría también esta clase de crímenes contra las mujeres.

En fin: de esta manera, todos rayan en un cinismo que pretende poner por encima de la dignidad de la mujer violentada por el bolillo Gómez, a las retrogradas opiniones de una dirigencia deportiva que ha sido altamente cuestionada. Sin resultados respetables a nivel del balompié y que, además, no ha sido ejemplo cristalino de moralidad pública.

Con ellos la cultura machista se regodea en su peor expresión: la sospechosa condición de inferioridad de la mujer ante el atropello de los hombres. Bonito ejemplo para un cartel que nos ofrece un deporte de masas como es el futbol. En qué queda entonces aquello de que el futbol es tanto salud como convivencia entre los humanos.

De igual manera (basándose en presunciones científicas), la profesora de la Facultad de Psiquiatría de Colsanitas, Pilar Hernández, ha explicado el caso de las trompadas del bolillo Gómez por medio de una teoría neurofisiológica: los efectos del etílico en el cerebro. Ha dicho (El Espectador 15 de agosto de 2011), que el alcohol le bloqueo parte de la "corteza cerebral" al entrenador de la selección colombiana de futbol, dándole rienda suelta al cerebro reptil o animal que poseemos los humanos (el de los instintos) De esta manera, el libre albedrio o la inteligencia racional o el autocontrol, desaparecen y la persona busca lograr lo que se propone.

Lo que se le mete en la cabeza. Sin embargo, no es creíble que a la edad del señor bolillo Gómez, este no se haya dado cuenta todavía, con todo el aguardiente que debe haber libado en su vida de arriero del futbol, que en estado de ebriedad (rasca paisa) se le sale el chimpancé o el gorila o el lagarto (boxeador) que todos llevamos por dentro.

Que se sepa no se ha demostrado que todos los borrachos les pegan a las mujeres. Ni mucho menos se acepta que el estar ebrio sea un expedito pasaporte a la inconsciencia para poder golpearlas sin que exista sofreno alguno. Sin deber ni responsabilidad.

 



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