Fuera de serie

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jesús Dulce Hernández

Jesús Dulce Hernández

Columna: Anaquel

e-mail: ja.dulce@gmail.com



Esta semana asistí como invitado (espectador) a un panel organizado por la facultad de Jurisprudencia de la Universidad del Rosario en alianza con la Universidad de Essex (Reino Unido), donde el tema central fue de paz y desarrollo. Para comenzar, en medio de una semana pasada tan álgida en materia diplomática en la que el gobierno se sintió maltratado por cuenta del informe anual de Derechos Humanos de las Naciones Unidas sobre implementación de los acuerdos de paz, resultó interesante contar con la presencia del Jefe de la Misión de Verificación de la ONU en Colombia, Carlos Ruiz Massieu, quien por obvias razones hizo apología de la posición del organismo internacional. También participaron funcionarios del gobierno nacional, profesores de ambos claustros y una magistrada auxiliar de la JEP.

Yo es que la verdad hace un tiempo que no iba a este tipo de coloquios académicos, tal vez por esa desidia que me abraza cada vez que leo el periódico o salgo a la calle y confirmo la cantidad de rarezas y maldades propias de la condición humana colombiana. Porque aunque suene mal desde lo conceptual, los colombianos pareciera que tuviéramos una condición, muy humana, muy particular, muy propia que nos hace, como decía mi mamá en los años 90, fuera de serie.

De repente me encontré escuchando otra vez gente seria. Hace rato que no lo hacía. Hablando sobre el fondo de las cosas: reparación, inversión para el desarrollo, participación. Una intervención bastante buena del director de investigación del Rosario nos recordó la importancia de hacer nexos mentales entre los tratados económicos internacionales vigentes y las posibilidades de reparación, sobre todo en materia de restitución de tierras. De cómo una cosa puede afectar a la otra y lo necesario de pensar en el alcance de cada una. Eso lleva a pensar en una especie de dicotomía peligrosa y quijotesca en la que las estructuras legales internacionales que blindan el desarrollo se contraponen a veces con las posibilidades fácticas de justicia y reparación.

Por otra parte, el panel estuvo de acuerdo en la importancia de priorizar la inversión en los municipios PDET, no sólo para activarlos económicamente sino para focalizarlos como escenarios idóneos de reparación. La tarea no es fácil. A veces se nos olvida donde estamos y la verdad es que este es un país tan grande y tan complejo que, su realidad se convierte en su misma excusa. Estamos atrapados en nosotros mismos y, por mucho que hagamos, parece que nunca lo logramos. Siempre nos queda faltando el centavo pal peso.

Para acabar de rematar, y como era de esperarse, lunes 2 de marzo salieron más de 400 organizaciones civiles a apoyar el informe de la ONU sobre derechos humanos. Hay que tener cuidado de no convertir esto ahora en otra polarización política. Uno puede tener diferencias con los organismos internacionales y este no es ni el primer ni el último gobierno al que le sucede. Lo que no es tan rentable es alimentar la idea de que un informe de la ONU sobre la situación de derechos humanos en Colombia debe ser descalificado en su totalidad porque lo apoye la izquierda y los movimientos civiles. Tampoco podemos echarle toda la culpa a Duque, porque Duque no se inventó el desastre humano que es Colombia. Este es y seguirá por un buen tiempo siendo un país difícil, en el que si uno toca a la puerta del vecino para pedir que baje la música lo acaban botando por un balcón a muerte o le meten un cuchillo. Así somos de viscerales. Por eso es tan válida esa expresión que usaba mi mamá en los noventas, porque ser fuera de serie es sencillamente no estar al alcance de la humanidad.