Detrás de las “ciudades del cemento”

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Manuel Torres Lopera

Manuel Torres Lopera

Columna: Opinión

e-mail:  manuelcaribe33@hotmail.com


Las urbes ya no son como en veinte años atrás, donde había poca modernización de infraestructura, parecía que el desarrollo urbanístico se veía tan lejos, pero algún día se tenía que avanzar, en Colombia en el año de 2012, nació el proyecto Ciudades Sostenibles y Competitivas (CSC), que en un principio les apostó a Barranquilla, Bucaramanga, Manizales y Pereira, que dejaron de proyectarse en el corto plazo a través de planes para un cuatrienio y pasaron a tener una visión a 50 años.

La Financiera de Desarrollo Territorial (Findeter), entidad que ha liderado el proceso de planificación de ciudades, este Ente maneja un concepto que “No es una validación de un proyecto político, es una visión de ciudad construida por todos los sectores que la componen”. De hecho en dicha planeación se vinculan todos los sectores, desde la academia, los gremios, las autoridades civiles, las ONG hasta los estudiantes, y los resultados de esos encuentros son validados luego por expertos.

El programa CSC según el Banco de desarrollo es “una nueva manera de abordar los retos más urgentes de una ciudad, mediante un enfoque integral e interdisciplinario, que permite identificar hacia la sostenibilidad en el largo plazo”. Esta misma metodología ha sido utilizada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) organismo multilateral que acompaña ese proceso en Colombia, también en ciudades de América Latina como Goiânia (Brasil), Trujillo (Perú), Santa Ana (El Salvador), Puerto España (Trinidad y Tobago ) y Montevideo (Uruguay).

Un lustro después de su aplicación en el país, los resultados del programa saltan a la vista un ejemplo es Barranquilla, que luego del diálogo entre todos los actores se proyectó como centro económico, de industria y comercio. En estos proyectos se han invertido millones de dólares, a las ciudades que se acogen al modelo, con la necesidad que ese desarrollo sea ordenado y se resuelvan temas críticos, desde el punto de vista ambiental, urbanístico, sostenibilidad fiscal y de gobernabilidad, con lo que finalmente se garantiza a sus habitantes mejores condiciones de vida como la reducción de la pobreza.

Discrepo con este programa, las ciudades capitales es cierto que han mejorado en ampliación de vías, construcciones de parques, pero este proyecto ha quedado incompleto en generar un impacto social, en reducir los cordones de miseria en estas ‘”ciudades de cemento” no se está persiguiendo su verdadera finalidad, el desempleo, la violencia juvenil, la drogadicción, la mala prestación de los servicios públicos domiciliarios, la corrupción en la ejecución de obras públicas, estos factores negativos, no dejan que una ciudad avance en la búsqueda de lograr sus objetivos.

La realidad de esto, es que se tiene que tomar estos proyectos como una visión de ciudad donde exista una participación de todos los actores, una adecuada planificación conlleva al éxito y los márgenes de errores serian menos. Preocupa como en las ciudades se están aprovechando de estos proyectos de desarrollo para satisfacer sus propios intereses, y utilizarlo para actos de politiquería, estas obras públicas culminan con sobrecostos, también nos encontramos con los famosos “Elefantes blancos”.

Sería fenomenal que el desarrollo urbanístico vaya de la mano con el desarrollo humano integral, pero lo que refleja el panorama de ciudad es otra intención, se están interesando más en invertir en el cemento que en gestionar acciones afirmativas que favorezcan a poblaciones sujetas de protección constitucional como: la niñez, las personas en condición de discapacidad, los adultos mayores, las madres cabeza de hogar.

La ciudadanía está a la espera que se le resuelvan sus necesidades básicas insatisfechas, es por eso que el programa de CSC no solamente debe destacarse en mejorar el paisaje urbanístico sino también que los ciudadanos alcancen una mejor calidad de vida.