Algo está pasando por aquí

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Carlos Escobar de Andreis

Carlos Escobar de Andreis

Columna: Opinión

e-mail: calli51@hotmail.com


América Latina arde por sus cuatro costados. México, Colombia, Ecuador, Chile y más recientemente Bolivia.
Esperan ansiosos Argentina y Uruguay con procesos eleccionarios en ciernes y Brasil comprometido con arrebatarle la salvación de la Amazonía a Bolsonaro, porque Venezuela hierbe hace días. El fuego va de la mano con la protesta callejera.

La población se está expresando masivamente, está reaccionando de una manera inusual, se siente en su respuesta el impulso de la rabia que por distintas razones la mueve y la lleva a destruir lo construido, dejando la huella que deja el desastre natural, como para que los del otro lado vean de qué es capaz la masa enfurecida y entonces, llamen a la reconciliación, a la negociación y al dialogo. Pero es también el mundo que comienza a gritar desde España, Alemania, Asía y África porque algo pasa.

En México, muchos dicen que los aparatos de seguridad del Estado simplemente se rindieron ante el poder de un cartel del narcotráfico y se comienza a hablar de que en este país, con un esquema federal de gobierno, ya hay estados fallidos que están copados por el poder del narco. Ante la demostración de poder del cartel de Sinaloa, el gobierno de López Obrador decidió liberar al “Ratón” (“Chapito”) y una vez lo liberó cesó la escalada violenta que dejó 8 muertos, 17 heridos y 51 reos fugados. Macabro mensaje del narcotráfico que marcó un hito en la historia de la lucha contra este flagelo.

En el territorio colombiano existen todavía grandes zonas controladas por el narcotráfico, el paramilitarismo y la guerrilla. Pero, la inconformidad y la protesta de campesinos, indígenas, maestros, obreros, estudiantes universitarios y amas de casa se defiende de las acusaciones de quienes los señalan de llevar vándalos infiltrados y encapuchados en sus filas y se reafirman en su independencia y en el poder de la magnitud e impacto social y político de la protesta organizada, así persistan algunas imágenes incendiarias y furiosas de enfrentamientos con la fuerza pública.

En el Ecuador, Quito y Chile, Santiago, decisiones económicas fueron el detonante: el “paquetazo” y el aumento de las tarifas del metro. Que no son sino el velo que –como en Colombia y todo el Continente- cubre la desigualdad, pobreza corrupción, inseguridad, carencia de educación y salud, injusticia, impuestos, menores salarios y pensiones y aumento en el costo de la vida que hay en el fondo. Las mismas motivaciones de la gente que está extasiada de los abusos de poder de gobernantes corruptos. Gente que reclama que se les tenga en cuenta en las decisiones que tocan sus intereses y exigen mejores condiciones de vida y bienestar.

La contundencia de los hechos no da tregua a los gobiernos de turno, digan lo que digan: “…mi política de seguridad se basa en el desarrollo y la creación de oportunidades y no en la guerra”, del Presidente mexicano, el país con la situación más crítica del continente, que espera más reacciones violentas de otros carteles, incluso más poderosos que el de Sinaloa.

Los demás, se regodean, sin resolver lo de fondo, en culpar “al Castro-Chavismo que hizo metástasis y se incrustó en la sociedad americana bajo la figura del vandalismo, utilizado para incendiar nuestra protesta pacífica”. Algo pasa por aquí. No hay a la mano una bola de cristal que nos muestre lo que viene como consecuencia del fenecimiento del gran proyecto humano o de una reacción “natural”, normal y momentánea, de la entrega y subordinación a las nuevas leyes del mercado que nos imponen las grandes potencias.