Nunca en la historia de la humanidad el planeta tierra había sufrido tanto como en los últimos años.
Hasta hace poco, por otra parte, se visibilizó una problemática que se había ignorado por décadas: estamos inundados de plástico. Según un grupo de científicos “hay tantos residuos de plástico que podrían cubrir un país como Argentina”, indicando que el hombre en los últimos 65 años ha producido 8.300 millones de toneladas del mismo. De esa cantidad, más de la mitad se produjo en los últimos 13 años y, peor aún, el 70% se encuentra en los vertederos y en los océanos.
El Estado, junto a los grandes supermercados, debería imitar lo que pasa en Islandia. Este país, desde el pasado noviembre, devuelve a sus clientes por medio de una máquina expendedora “inversa” dinero por botellas de plástico. La suma no es muy alta -alrededor de $200 pesos-, pero ha sido un éxito total.
Esta clase de propuestas, además de ser buenas y baratas para la salud, lo son para el medio ambiente, es decir son de la llamada “economía azul”, que será impulsada por el Nuevo Liberalismo. ¿Pero en qué consiste? Esta se fundamenta en una necesidad que surge hoy para la humanidad; los productos que son buenos para la salud y el medio ambiente son caros, mientras que los que son dañinos son baratos. Así, este modelo económico consta de cuatro principios: trabajar con lo que se tiene, volver los problemas oportunidades, ser creativos e incentivar a los emprendedores para que vuelvan sus ideas realidad.
Para el Nuevo Liberalismo el medio ambiente es una prioridad que con la ayuda del Estado y de su gente, se incentivará para que los emprendedores vuelvan realidad sus ideas. Por más absurdas que parezcan puede ser la clave para un futuro sostenible. El país necesita nuevas fuentes de energía y estas sólo se generarán con la ayuda de toda la población.