Señor presidente Duque: hable de paz

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Escrito por:

Cecilia Lopez Montaño

Cecilia Lopez Montaño

Columnista Invitada

e-mail: cecilia@cecilialopez.com



Quienes hemos tenido una larga experiencia en el sector público y hemos trabajado en varios gobiernos de distintas tendencias políticas, conocemos de cerca lo difícil que es gobernar un país como Colombia.
Normalmente en una nación menos convulsionada que la nuestra, el éxito de un presidente depende de su capacidad de manejar con éxito las dos o tres grandes crisis que necesariamente va a enfrentar. Este no es el caso de nuestro país, donde las crisis son casi diarias y más en este momento de transición que se vive entre el largo conflicto interno y la búsqueda de la paz.

A lo anterior, se agrega que usted presidente Duque enfrenta una sociedad muy dividida donde la capacidad de diálogo y de acuerdos es infinitamente inferior a la de un país con una historia menos convulsionada que la de Colombia.

Lo grave de estas profundas divisiones es que se originan y consolidan entre el partido que lo llevó al poder y el resto de la sociedad. Peor aún, es que la paz y sobre todo su proceso, son el eje central de las grandes e irremediables diferencias entre estos sectores políticos. Probablemente, por esta razón y por todos los otros hechos que requieren soluciones, el tema de la paz no está ocupando ni en sus discursos ni en sus acciones la prioridad que se merece.

Señor presidente, con el objeto de ofrecerle razones para abordar el tema de la paz, es necesario analizar varios elementos objetivos que merecen ser reconocidos. Primero, se debe señalar que así sus copartidarios lo nieguen, el Acuerdo Final entre el gobierno y las Farc sí está teniendo resultados visibles.

Si se ignoran estos resultados, no se logrará asumir su verdadera dimensión, lo que en consecuencia perjudicará muchas acciones que tome su gobierno. Por ejemplo, la apertura democrática que se manifiesta en las numerosas marchas que se están viviendo actualmente es el primer resultado del Acuerdo. Un país que estuvo silenciado durante más de 50 años porque si protestaba era de las Farc y recibía castigo, hoy se siente en libertad de salir a la calle y reclamar.

No es necesario vivir en una verdadera democracia como la europea, para comprobar que lo que está sucediendo en nuestro país es el resultado natural de una sociedad democrática.

El segundo resultado es el descenso de muchos de los indicadores de violencia, como lo demuestra Ariel Ávila en su excelente artículo de Semana.

Por ejemplo, la concentración de estos conflictos en puntos específicos y no en amplias regiones del país hace más manejable el tema de seguridad. Un reconocimiento de estas realidades que el Centro Democrático, su partido, no acepta, le va a permitir a su gobierno, enfrentar con éxito el ya difícil escenario que vive, señor presidente.

A partir de estas y otras realidades, lo invito a que hable de paz presidente Duque, porque como lo señala Ávila estamos en el punto de quiebre entre la paz y nuevamente la guerra, y con seguridad usted no quiere pasar a la historia como el presidente que perdió la oportunidad de consolidar la paz. Por eso, pídale a su ministro de Agricultura que hable de la tierra, de su absurda concentración, del punto uno del acuerdo y de cómo va a entregarle la tierra a quienes la necesitan.

Dígale a su equipo económico, ahora que el gobierno está desfinanciado, que mire el Catastro Multipropósito que no solo obligaría a acabar con el feudalismo en el campo, sino que mejoraría la productividad y le daría al gobierno muchos recursos que necesita urgentemente. Pídale al DNP que le ayude a hacer realidad varios puntos del Acuerdo, entre otras, para mejorar la situación de los guerrilleros disidentes. Solicítele al ministro de Defensa que en vez de hablar de guerra busque reanudar los acuerdos con distintos grupos disidentes.

En fin, señor presidente Duque, hable de paz, de cómo consolidarla y de esa manera logrará avanzar en este que no es ni mucho menos un tema menor. Debe hacerlo para no quedar en la historia como el gobierno que desaprovecho esta oportunidad y que originó la reanudación del conflicto interno. Este es un costo que seguramente su partido, el Centro Democrático, no se ha tomado el tiempo de evaluar.


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