De pasada por el Congreso

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Carlos Escobar de Andreis

Carlos Escobar de Andreis

Columna: Opinión

e-mail: calli51@hotmail.com


Cualquier día por casualidad pasé por el Congreso de la República y me detuve a ver y a escuchar lo que se decía en este recinto. Coincidió mi visita con el debate que le hacía la Comisión Conjunta de Senado y Cámara al presupuesto del Ministerio de Defensa, para 2019. “Interesante”, me dije y procedí a acomodarme en un abullonado sillón en cuero que ubiqué a mis espaldas. Muy tieso y muy majo el Presidente de la Comisión, después de advertirles a los parlamentarios moderar el tiempo de sus intervenciones para darle cabida a cinco ministros que esperaban su turno, le concedió el uso de la palabra al Ministro Guillermo Botero.  

Con un tono bastante cansado, como si acabara de librar una batalla cuerpo a cuerpo con el mismísimo “Guacho” y una vez cumplidos los saludos protocolarios con extendido rigor, comenzó a exhibir en medio del llanto sus pobrezas. Me refiero a las pobrezas del Ministerio. “…me asignaron un presupuesto que apenas sobrepasa los 33 billones de pesos. El 72% de ese monto es para pagar la nómina, que son más de 350.000 efectivos, 12% para pensiones y ya sumamos 84% para el año. A ese porcentaje, agreguémosle los compromisos financieros ocasionados en vigencias anteriores que, más los gastos de operación llegamos  al 97%. O sea, apenas disponemos de un 3% para inversión…” 

A modo de ruego: “…es que se cree que con el Acuerdo de La Habana se acabaron todas las guerras y ahora se necesitan menos recursos para preservar la soberanía nacional y garantizar el orden público en todo el territorio. Se equivocan. Porque aún persisten las llamadas disidencias de las Farc, el ELN con su enorme capacidad desestabilizadora, las bandas criminales y de extorsionadores con nombres y apellidos, oficinas y sucursales, creadas para proteger el negocio de tierras, de la minería ilegal y de las mafias del narcotráfico con sus 210.000 hectáreas cultivadas de coca”. Para el ministro, todo cambió para que todo siquiera igual.  

Como ven, la asignación es insuficiente ante la “grave situación” que vive el país y los recursos de inversión se quedaron cortos para modernizar la institución, léase compra de misiles antiaéreos S-300 para defender la soberanía nacional. Es que un aparato tan grande no se mueve con migajas. Imposible. Menos si se piensa en aumentar el pie de fuerza con unos 20.000 policías más, para brindar mayor tranquilidad a los ciudadanos. “…a los entes territoriales les toca esculcar en sus fondos de seguridad para apoyar  la compra de carros, motos, cámaras, combustible y otros menesteres”. Todo lo anterior para solicitarle a los honorables congresistas, más plata. 

Pero más flacas y desentonadas estuvieron sus respuestas. Apostándole unas a que el proceso de paz es una farsa, que la guerrilla no se desarmó y hay que aumentar esa ridícula cifra para no tener que licenciar la mano de obra de los “héroes de la patria”. Y los otros, que los índices de homicidios y secuestros disminuyeron con la firma de la paz y la inseguridad ya no es una amenaza. Pero, ninguno cuestionó a fondo la gestión de seguridad, basada hoy en el uso indiscriminado de la fuerza y no en la satisfacción de las necesidades humanas de la población, concebida por la ONU para eliminar los factores que la generan, como el desempleo y la falta de oportunidades, las malas educación y salud, pésimos servicios públicos, violación de derechos civiles y más.

Nunca supe de la suerte que corrieron los otros ministros, me aburrí de tantas sandeces y apagué el televisor.