Compadre inmigrante

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Luis Reyes Escobar

Luis Reyes Escobar

Columna: Opinión

e-mail: luksreyes@hotmail.com


Mi caribe colombiano, tierra de incalculables riquezas naturales que tan sólo pueden ser comparadas con su majestuosidad cultural y folclórica. Dentro de esta madeja de virtudes –que nos hace particularmente diferentes– siempre resalto la forma tan cálida en que nos referimos los unos a los otros. El vínculo más distante que tiene un costeño, es el de amigo, ya que  todo el que nos rodea, es merecedor del título de primo, hermano, compadre, tío, etc. Este habito me enseñó, que los grados de consanguinidad son tan sólo una de las muchas formas existentes de tener un vínculo estrecho con alguien, pero ¿Será esta visión aplicable a nuestra relación con Venezuela, país con el que compartimos historia, geografía, gastronomía y algunas cosas más?

Negar nuestros vínculos con Venezuela, es negar de una u otra forma parte de lo que somos. Hay rastros de nuestra conexión por todas partes, por ejemplo, hojeando libros de historia, recordaremos que en el año de 1819 pertenecimos a un mismo país llamado la gran Colombia, observando un mapa de sur américa, podremos ver que compartimos 2.219 kilómetros de frontera o si revisamos los ingredientes con los que cocinamos, encontraremos que nuestras gastronomías tienen puntos tangenciales. Estos y muchos datos más, me parecen útiles para explicar por qué muchos los consideran una patria hermana o por qué podemos llegar a tener algunas similitudes culturales.

Hoy Venezuela atraviesa una situación poco deseable, que  ha obligado a muchos de sus nativos a huir a otras naciones en busca de un mejor futuro. A Colombia han llegado más de 800.000 inmigrantes venezolanos, volumen que ha puesto en jaque a varios sectores y que alimenta las quejas de muchos colombianos que aseguran que esta nueva dinámica ha generado guerra de precios en el mercado laboral, aumento de la prostitución, descontrol en la venta de estupefaciente, inseguridad en las calles y unos cuantos asuntos más. La percepción, es que el estado no hace mucho para controlar este fenómeno migratorio y que esto podría llevarnos a un colapso inminente, pero lo más curioso de todo, es que muchos de los inconformes parecieran cambiar de criterio cuando rechazan su solicitud de visa a EE.UU o discuten las duras políticas migratorias del mismo país.

Así como hay quienes se quejan, también encontramos a otros que entienden lo que está pasando, se solidarizan con los Venezolanos y califican de inhumano cualquier gesto que pretenda empeorar su condición de inmigrantes. Y es que poniendo a un lado el episodio en el que más de 21.000 compatriotas fueron expulsados por el gobierno tirano de Nicolás Maduro, no me resulta difícil entender el porqué del respaldo, sólo basta recordar cuando Colombia tenía una economía cerrada y no encontrábamos productos extranjeros. Muchos viajaban a Venezuela a traer ropa y alimentos. También recuerdo cuando queríamos ir a Venezuela porque era una nación prospera y muchos se fueron a buscar empleo o montar empresa, pero asumo que eso quedó en el baúl de los recuerdos.

A mi parecer, este es uno de los retos más grandes en materia de política pública que tiene que enfrentar el próximo gobierno, entendiendo  que las condiciones de este problema, no nos permite evitarlo. El tamaño de nuestra frontera con Venezuela, es el 70% de la longitud de la frontera entre México y Estados Unidos, y este último no ha podido acabar con los flujos de personas, a pesar de que es una de las economías más grandes del mundo. Uno de mis contertulios, dice que devolverlos es casi un crimen conociendo de antemano la condición de su país, pero más allá de eso, sería un desgaste muy grande. Con él concluíamos que podría llegar a ser más productivo empezar a controlar el flujo migratorio y basados en los datos de los perfiles, empezar a poblar sectores de la economía que lo estén necesitando, acordar cupos de recepción de inmigrantes con la comunidad latinoamericana, entre otros. Entiendo el temor que genera enfrentarse a nuevos escenarios, pero no olvidemos que la vida da muchas vueltas y mañana podemos ser nosotros los que estemos en esa situación.