Tecno-Democracia

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Luis Reyes Escobar

Luis Reyes Escobar

Columna: Opinión

e-mail: luksreyes@hotmail.com


Este fin de semana tuve tiempo para respirar. Durante un par de horas y gracias a la final de la champions league de la UEFA, la gente decidió cambiar la sintonía y empezar a hablar de temas distintos a política. Pensándolo bien, no estoy seguro si la gente habla de política o se sienta a discutir acerca de los chismes de los candidatos presidenciales. Lo que no puedo negar, es que la sobre carga de información relacionada con las campañas electorales a través de todos los canales posibles, convirtió a la contienda electoral en la protagonista de las tendencias.

Mi percepción de las campañas en esta primera vuelta de elecciones presidenciales, es que fueron tan agresivas, que las catalogo de invasivas. Una invasión que colonizó mis espacios más íntimos hasta el punto en el que casi no podía escoger contenido en la web y muchísimo menos podía entablar una charla sin mencionar tan aclamado tópico. Fue un tanto aterrador ver cómo los ciudadanos colombianos –como cuando los conservadores y liberales se mataban en las plazas– arremetían entre sí sin distinción alguna, con tal de defender a su amigo temporal que estaba aspirando a ser el máximo mandatario de nuestra república.

Aparte de las fuertes discusiones, es resaltable la pasión con la que la gente defiende su posición. Esto definitivamente muestra el carácter verraco que nos diferencia entre muchas poblaciones, a pesar de eso, me queda la duda de si la gente respalda ideales, planes de gobierno, personas o partidos. La inquietud surge debido a que los aspirantes cambian su discurso todos los días, hacen coaliciones con agrupaciones con las que nunca comulgaron, algunos votantes no tienen ni idea de las propuestas de los candidatos, en algunos casos la gente no identifica a su candidato y ni hablar de la mágica danza de los millones que se ve por todo el país.

Gracias a las dudas de una amiga de Estonia –una pequeña república al norte de Europa– me vi en la necesidad de hacer un sencillo resumen de la dinámica de nuestro proceso de elección. Le expliqué que existen unos partidos  que tienen la posibilidad de postular su candidato, hacer coaliciones con otros grupos para tener uno común o sencillamente no apoyar a nadie. Una vez escojan candidatos, deben presentar planes de gobierno y empezar a vender sus ideas por todo el país –lo que implica gastos operativos altísimos– para conseguir simpatizantes. Luego de un periodo, los ciudadanos debemos votar por uno y gana el que obtenga la mayoría. También le conté que durante este proceso sucedían cosas que solían desviar la atención del tema que para mí es el principal, el plan de gobierno.

Realmente no me gusta cómo se da la democracia en Colombia y dado a que no soy de los que critica sin proponer, me atrevo a hablarles de algo que yo denomino Tecno-Democracia. Este proceso buscaría disminuir la subjetividad de nuestro sistema democrático, centrándose en el análisis técnico de planes de gobierno idóneo, ejecutable y sostenible.

Lo que imagino es una especie de licitación, en donde la nación defina un pliego de condiciones que contribuya a la superación de problemáticas y aporte al crecimiento económico. Cada partido debería presentar planes de gobierno en donde expliquen con qué proyectos y recursos –incluyendo equipo de trabajo y capital– atenderán cada una de las necesidades ya definidas. Luego, un equipo técnico depuraría las propuestas evaluando la viabilidad de cada proyecto teniendo en cuenta aspectos financieros, ambientales, idoneidad del equipo de apoyo, etc. Esto dinamizaría y elevaría el perfil exigido para aspirar a administrar nuestra nación. Por último y para no atarnos a ninguna propuesta en particular, los colombianos iríamos a las urnas a escoger uno a uno los puntos de cada proyecto que nos parezcan adecuados.

 Es necesario resaltar que en este proceso no se votaría por candidatos, ellos solo serían los gestores de los planes que vayan afín con nuestros ideales. Al final ganaría la propuesta presentada por el equipo –no el candidato– que obtenga mayor afinidad con el pensar de los colombianos. Sé que es un escenario muy soñador, pero bueno, he visto muchos sueños hacerse realidad.



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