60 años del voto femenino, nuevos retos

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Escrito por:

María del Rosario Guerra

María del Rosario Guerra

Columna: Opinión

e-mail: comunicacionesmrg@gmail.com

Twitter: @CharoGuerra



Colombia va a cumplir 200 años de vida republicana en el 2019, pero solo hasta hace 60 años la mujer colombiana votó por primera vez. Fue un 1º de diciembre del año 1957, en el plebiscito que se realizó bajo el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla, para validar el Frente Nacional, cuando la mujer colombiana tuvo su participación en la vida política nacional.

Uno de los retos que tenemos como sociedad es que Colombia logre igualdad de oportunidades para la mujer. Solo así tendremos una democracia plena. La realidad así lo exige y las cifras no mienten. A pesar de que las mujeres somos el 51% de la población en Colombia, el desempleo femenino siempre ha estado por encima del promedio nacional.

Además, preocupa que el 52% de las mujeres en nuestro país vivan solo con un salario mínimo o menos (GEIH, 2017); que del total de mujeres ocupadas, el 60% lo hagan desde la informalidad y que la pobreza aumente en un 31% cuando la jefatura del hogar es femenina (Dane, 2017). Tampoco se puede olvidar este tema: en Colombia, el 74% de las mujeres rurales tienen cinco hectáreas de tierra o menos para desarrollar su actividad productiva y de allí derivar su sustento diario (Censo Nacional Agropecuario, 2014).

He recorrido muchas regiones de mi país y fundamentalmente la gran mayoría de nuestros líderes y personas que participan activamente en la vida política son mujeres. Ellas son las primeras que llegan a los sitios a organizar las actividades y son las primeras que van a defender los programas sociales, los programas de vivienda, el programa de alimentación escolar, etc. ¿Saben por qué? Porque son ellas quienes conocen de primera mano si al niño le dan o no el alimento en la escuela; saben si el maestro brinda buen trato a sus hijos; son ellas las primeras que identifican al que consume droga en un barrio y pone en peligro a sus hijos. Esa es la mujer colombiana. Entonces, ¿por qué no podemos pensar que la mujer colombiana que se ha educado, que es trabajadora, que es dedicada, comprometida y honesta, puede hoy tener igualdad de oportunidades en la vida política, económica y social del país?
Por estas razones, que son solo algunas, he presentado al país tres grandes propuestas para abrir oportunidades a las mujeres. Primero, impulsar y visibilizar el liderazgo de la mujer colombiana, y por eso he apoyado la paridad en las listas a corporaciones públicas y en los equipos de gobierno; segundo, desarrollar políticas efectivas para cerrar brechas, y tercero, conciliar la vida de familia, de pareja, con la vida laboral de la mujer. ¿Difícil? Claro que no, cuando hay voluntad política.
Ese es el reto: generar trabajos dignos que ofrezcan todas las garantías y oportunidades de desarrollo y bienestar a los colombianos, haciendo realidad el acceso en igualdad de condiciones para las mujeres.
La mujer colombiana tiene la firmeza del acero, tiene los principios fundamentales de lo que significa la familia, la vida, de lo que significa hacer parte de una comunidad; pero tiene algo particular, tiene ese corazón generoso, cariñoso, amable, también para sensibilizarse con las necesidades de los demás.

Tenemos que contribuir a cerrar esa brecha y abrir las oportunidades a la mujer colombiana. Que no sea en vano el sacrificio de Policarpa Salavarrieta. ¡Qué mujer! Joven y luchadora, dio su vida por amor a la Patria. Ya es hora de levantarnos todos por las mujeres de Colombia.