Inundaciones que fueron y volverán

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Edward Torres Ruidiaz

Edward Torres Ruidiaz

Columna: Opinión

e-mail: bancoverde@gmail.com



Y, tal como lo anunciamos, volvió a crecer el río Magdalena y nos volvimos a inundar en la Depresión Momposina. No es un cobro por adivinar algo tan triste sino la comprobación de la poca efectividad del Estado en nuestra Región.


Para evitar repetir la creciente de 2010, se asignaron proyectos a través del Fondo de Adaptación, distribuidos en mitigación del riesgo para seis regiones focalizadas (dos de las cuales son La Mojana y el Canal del Dique) y en 8 sectores generales (en los cuales entró el Magdalena). De esta experiencia se puede entender porque nos volvimos a inundar.

La primera falla fue que la Depresión Momposina no haya sido constituida en una de esas seis regiones con inversión para mitigación del riesgo, privándola de los recursos suficientes para la emergencia. Ello a La Mojana le significó obtener de manera directa $600 mil millones, el 7% y al Canal del Dique más de $1 billón de los $9,3 billones iniciales del Fondo. Un ejemplo es que al municipio de El Banco, ubicado en la estratégica confluencia “Río Magdalena-Río Cesar-Zapatosa-Brazo de Mompóx” sólo le asignaron inicialmente $5.687 millones, menos del 1% de lo que recibió La Mojana. Y no se entiende por qué si, al igual que La Mojana, la Depresión Momposina constituye el más grande sistema de regulación de caudales de la cuenca del Magdalena con un complejo cenagoso que absorbe y regula los excesos de agua de la cuenca alta en el invierno y le inyecta agua a la parte baja en el verano. Sus beneficios no son locales sino nacionales.

Su exclusión se debe a que los altos indicadores de riesgo de la Depresión Momposina se computan con los bajos indicadores de Santa Marta y Cartagena, invisibilizandose su real situación para el Gobierno Nacional. Así la afectación de hogares del 97% de un municipio como Pijiño, termina disminuido al 28% de afectación promedio del Magdalena (BID. 2011). O el 75% caracterizado como “zona inundable periódicamente” de la Depresión Momposina termina reducida a 25% de promedio del Magdalena (Dane-Igac-proyecto nuevo Departamento en la Depresión Momposina. 2011).

Volviendo al Fondo de Adaptación, la segunda falla es la inefectividad de los pocos recursos asignados. Siete años después llegó la nueva creciente y las obras en el corregimiento de Los Negritos- El Banco no muestran más del 5% de avance en su paralizada construcción y en El Horno-San Zenón el alcalde ha debido asumir los costos de  reubicar los alumnos en riesgosos salones improvisados, debido a los atrasos de la obra del malogrado contratista Castell Gamell.

Los proyectos de vivienda asignados a El Banco, además de presentar atrasos de ejecución, no muestran ninguna relación entre la reubicación de hogares en zonas de riesgo con la recuperación efectiva de dichas zonas.

Irónicamente la regulación de cauces se logró, por pura casualidad, con una obra construida para otra cosa. La nueva vía “El Burro- El Banco - Guamal” actuó como un dique que reguló la entrada del agua a las ciénagas de Zapatosa y Chilloa, de modo que, cuando arreciaron las lluvias en el interior del país, las ciénagas estaban vacías y los caños cumplieron su función de inyectarles controladamente dichos excesos. Ello ocasionó que, aunque El Banco se hundió y el nivel estuvo apenas a 12 cms de la cota de 2010, la mayor parte de los municipios del brazo de Mompóx no se inundaron, comprobándose la efectiva acción reguladora de las ciénagas.

Pero esa capacidad se ha deteriorado por cuenta de la tercera falla, la mediocre gestión de entidades como Corpamag en su cuidado: De los 743 contratos suscritos por Corpamag entre 2008 y 2015 ni siquiera aparece el nombre de la ciénaga de Zapatosa y el porcentaje de inversión en el sur no supera el 4% del total. Una discriminación vergonzosa.

Otra falla es la improvisación e inefectividad de los millonarios recursos asignados por la Nación para la atención en 2010. Desde subsidios económicos que más bien incentivan la construcción en zonas de riesgo hasta macondianas aulas flotantes, diseñadas en las oficinas del páramo Bogotano, que nunca cumplieron su función. Desde el 2010 para El Banco no se construyó un solo metro lineal de obra de protección. Una invitación a que el agua entre de nuevo, como en efecto lo hizo y lo volverá a hacer.