Cómo enfrentar la corrupción

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Escrito por:

Juan Galán Pachón

Juan Galán Pachón

Columna: Opinión

e-mail: prensa@juanmanuelgalan.com



¿Es la corrupción un fenómeno que esta fuera de nuestro control? Desde hace varios años somos testigos de un desfile de empresarios, alcaldes, congresistas, y gobernadores que abusan del poder público en busca de una ganancia personal. La indignación crece y busca una interpretación.
Casos como Agro Ingreso Seguro, el carrusel de la contratación, Interbolsa, Saludcoop, Reficar y ahora Odebrech son algunos síntomas de una enfermedad capaz de infectar todos los sectores de la sociedad. Así, se va generando una parálisis social en donde creemos que no hay nada por hacer para cambiar, porque todo parece fuera de nuestro control.

Esta sensación ha sido llamada por escuelas de psicología como indefensión aprendida, una condición en la que según la literatura disponible, los seres humanos aprendemos a creer que nos encontramos en un constante estado de vulnerabilidad, en el que perdemos cualquier control de la situación y en donde cualquier cosa que hagamos, es inútil. Esta percepción se convierte en el mejor caldo de cultivo para la corrupción pues genera pasividad y apatía política generalizada.

Somos una sociedad de ciudadanos que busca una democracia menos imperfecta, con más libertad, una comunidad de hombres y mujeres que sea capaz de elegir y de buscar las mejores condiciones para su desarrollo. Por eso, es necesaria una transformación cultural que cambie las rutinas de pensamiento y los hábitos cotidianos que están reforzando conductas de ilegalidad. Salir de ese supuesto estado de desamparo y activar la creencia de que nuestras acciones si pueden producir un cambio en nuestro entorno, que es posible relacionarnos bajo la observancia de la ley. Tener claro que cuando existen conflictos, son las instituciones los cauces adecuados para resolverlos. Es lo que Roy Godson llama cultura de la legalidad, donde los ciudadanos de manera decidida enfrentan sus problemas sin limitarse a la solución que el gobierno entregue. Una cultura en la que los ciudadanos se informan sobre las leyes que los regulan y conocen las instituciones para modificarlas cuando sea necesario. En resumen, una sociedad que fomenta, promueve, premia, individual y colectivamente la cultura de la legalidad.

La tarea es colectiva, donde cada ciudadano por humilde que sea aporta en un proceso que no es milagroso ni se da de la noche a la mañana. Es cierto que se requiere de una acción oportuna de la justicia para esclarecer los hechos y sancionar a los responsables. También de la decidida voluntad de líderes y partidos políticos en la promoción de transparencia y rendición de cuentas en sus movimientos.

Sin embargo la contribución a esta causa se construye desde un cambio en la manera de pensar, un cambio de conciencia individual que se refleja en la conciencia colectiva. Si entendemos que lo público es sagrado, Colombia será más justa y con mayores oportunidades para todos.