Los escoltas como símbolo de poder

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Cecilia Lopez Montaño

Cecilia Lopez Montaño

Columnista Invitada

e-mail: cecilia@cecilialopez.com



Cuando una sociedad es profundamente desigual como Colombia; cuando el poder se concentra en unos pocos, surgen símbolos de superioridad que terminan causando más daño que bien.
Esto es precisamente lo que está sucediendo con los escoltas, carros blindados y en general, con los sistemas de protección personal provistos por el Estado y que terminamos pagando todos los colombianos. El tema ha vuelto a salir a la luz a raíz de la frase del Presidente Santos en la cual señalaba lo inconveniente que era sostener estos costosos grupos para que acompañaran a esposas de exfuncionarios a hacer mercado. Que quede claro, la culpa no es de las esposas, es de sus maridos que se escudan en ellas para seguir mostrándose como superiores al resto.

Lo primero que debe señalarse es el gran valor de quienes trabajan en esa dura profesión porque deben estar dispuestos a exponer sus vidas para salvar la de aquellos que ellos mismos denominan “los personajes. Se someten a jornadas absurdas sin poder decir una sola palabra porque es la persona a quien cuidan la que define sus horarios. Pocos de los beneficiados por su servicio tienen la más mínima consideración y da dolor ver, agotados y cayéndose del sueño a estos trabajadores cuando al personaje se les antoja tenerlos innecesariamente. No es sino ver últimamente cabeceando en sus carros, a los escoltas del ex Procurador Ordoñez, afirman sus vecinos. No solo les dañan la vida a estos servidores públicos, sino que le ocasionan unos costos innecesarios a los colombianos que tributan.

Pero solo los que pertenecen a esos grupos que se consideran por diversos motivos superiores en esta sociedad, tienen escoltas. Como se ha mencionado, cuando este país vivía el conflicto armado en todas sus dimensiones, vaya y venga la necesidad de protección de funcionarios. Sin embargo, como lo demuestran los hechos ahora en proceso de posconflicto son otros los que necesitan protección y no todo aquel que tiene un cargo público de alto nivel y menos las familias de personajes que ya se fueron de ese mundo.

El nivel más alto lo marcan el hombre más rico de este país Luis Carlos Sarmiento Angulo y el ex Presidente Uribe; camionetas iguales, seis o más, policías y hasta motos anuncian que vienen los todopoderosos. Para no quedarse atrás más por razones de estatus que de seguridad, muchos pelean a muerte no solo lograr un grupo de escoltas de manera permanente sino mantenerlo a pesar de no necesitarlos.

Una de las ventajas de lograr finalmente esa sociedad menos desigual que muchos quisiéramos, como gran resultado de esta etapa de posconflicto, es acabar con estos símbolos costos y en general inútiles de superioridad. De acuerdo, quienes tienen real peligro deben ser protegidos por el Estado, pero ahora estos son más los líderes de derechos humanos, muchos de ellos campesinos pobres, que exfuncionarios que los mantienen parqueados sin ninguna consideración, para demostrar que siguen siendo importantes.

Entre las muchas cosas que tienen que corregirse es esta demanda innecesaria de protección que requieren más los que nunca la exigen.