Termina el año, y los congresistas nos enfrentamos quizás a uno de los mayores retos que hemos tenido como legisladores. Me refiero a la refrendación del acuerdo de paz en el Capitolio Nacional. Ese día, asumimos la responsabilidad histórica de cambiar el rumbo del país y los ciudadanos tomaron la decisión de ejercer un control político directo de nuestra labor, desde la calle y las redes sociales.
Fue una iniciativa espontánea de cientos de jóvenes y movimientos ciudadanos, que nos hicieron un llamado sobre la importancia de rendir cuentas ante la sociedad sobre el ejercicio de las facultades que nos fueron conferidas, y en mi caso, del cumplimiento de la promesa de crear una nueva forma de hacer política con base en la transparencia, el interés general y la concertación.
Dado que la mayor fragilidad de nuestro sistema democrático es la desconfianza de la ciudadanía en sus representantes y en la manera como se toman las decisiones relacionadas con los problemas sociales, es necesario que todos los servidores públicos apliquen criterios de transparencia en el ejercicio de sus funciones para recuperar esa confianza perdida. La transparencia y la rendición de cuentas deben hacer parte de una cultura cívica, que se extienda y sea parte esencial de las actitudes y comportamientos de los servidores públicos en todas sus actuaciones.
Hoy, no podemos hablar de un gobierno transparente sin pedir por parte de quienes ejercen el poder, una rendición de cuentas clara y oportuna. Por eso, como legisladores no podemos esperar a que una ley nos ordene rendir cuentas ante nuestros electores y ciudadanos. Este ejercicio debe ser una constante en nuestra labor diaria, a través de las redes sociales, los medios de comunicación y los portales institucionales e informativos.
Desde el 2010, hemos rendido cuentas semestralmente de nuestra labor legislativa en el Congreso de la República, sobre debates de control político, proyectos de autoría, ponencias, participación en Comisiones legales y especiales, entre otros.
Así, extiendo una invitación a que iniciativas ciudadanas de control político como la expresada en la votación del plebiscito por la paz en el Congreso, se multipliquen. La transparencia, la rendición de cuentas y unos ciudadanos activos, son un trinomio inseparable que debe arraigarse en la cultura democrática de nuestro país.
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