Varios son los riesgos que debe enfrentar un elector. Entre estos están el económico, dado que la elección de un mal alcalde o de un mal concejal puede deteriorar la calidad de vida de toda una población; el de satisfacción, consistente en que debido a una improvisada o interesada elección se termina sintiendo todo lo contrario a lo deseado, debido a que un mal gobernante termina deteriorando las condiciones eco-sociales de un pueblo o de una ciudad; y el psicológico, expresado por un sentimiento de culpa o de vergüenza (cuando somos responsables de nuestros actos) o de irresponsabilidad (cuando nos importa un comino lo hecho) por haber contribuido a elegir a ciertos funcionarios depredadores de la cosa pública. Por lo tanto, debemos ponderar el significado y valor de estos riesgos para escoger a aquellos candidatos que de verdad responden a los intereses más sentidos de un colectivo social.
La mejor imagen de un candidato la logramos cuando sopesamos la correspondencia ética entre lo que piensa, lo que dice y lo que hace. Cuando se comporta como realmente es. De resto, incurre en falsedades (populistas o demagógicas) restándole credibilidad y confianza ante la gente. Quienes solo se amparan en ciertas condiciones histriónicas (juventud, belleza, popularidad de "raspa cucayo", abolengos, etc.), por regla general, termina siendo un "paquete chileno" como gobernante. Que nos resultan bien costosos. De estos casos está Ciénaga llena de ejemplos.
Deriva también contraproducente que un candidato diga solamente lo que la gente quiere escuchar. Cosa distinta es analizar los problemas y las necesidades que mortifican a las comunidades para que sean solucionados y satisfechas. Cuando un candidato está en permanente acuerdo con todo lo que la gente quiere oír, es claro que solo se encuentra detrás de los votos, y seguramente cuando gobierne, si es elegido, no podrá cumplirle a nadie. Esos candidatos que dicen tener un "origen popular", o que siempre dicen haberse "untado" de pueblo, son unos trásfugas enmascarados que cuando acceden a los cargos públicos se convierten en el peor martirio para quienes de buena fe le depositaron su confianza por medio del voto. ¿Cuántos de nuestros gobernantes son de origen popular y, sin embargo, vienen cometiendo toda clase de atrabiliariedades contra el territorio y el pueblo?