Paz a los hombres de buena voluntad

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Eliecer Avendaño Restrepo

Eliecer Avendaño Restrepo

Columna: Nueva Misión y Visión

e-mail: eliecerjoavre@hotmail.com



Desde un principio el hombre amó la paz a pesar de todas las vicisitudes, pero cuando llegaron quienes querían mandar, tener autoridad sobre otros, cuando nació el poder en la mente y el corazón de quienes el orgullo y la prepotencia los hizo creer que eran superiores, entonces llegó la violencia y se construyó la guerra, producto de los conflictos de quienes querían el poder.


Todo esto creó la cultura del enfrentamiento y con razón o sin ella la violencia fue propiciada y especializada para la defensa y el ataque.

Lo anterior generó que la fortaleza del humano no está en su racionalidad sino en el uso de su capacidad de destruir, siendo que para ser guía debe demostrar su talante ante sus seguidores, que lo respetan o lo idolatran si es capaz de enfrentar con “Carácter” situaciones donde imponga su voluntad, sin excluir el uso de la violencia ya sea personal o institucional.

El mundo hasta hoy ha vivido el esquema del “Premio o Castigo” impuesto por la Cultura de la exclusión, la iniquidad y la desigualdad, eso no ha permitido que se implanten otros elementos vivenciales, como “Perdón, resarcimiento, oportunidad” construyendo un Pentágono social al cual se le debe construir un nuevo protocolo para que toda Sociedad cambie la violencia por la Paz.

De todas maneras la validación de la teoría de la Paz que hace que los pueblos progresen, se enfrenta con la corrupción que de manera despiadada socava las instituciones y las hace perder su rumbo, convirtiéndose en ineficaces en los servicios que prestan.

Los que ganan con la guerra en términos económicos y políticos nunca van aceptar que un País en paz, puede planificar su desarrollo en forma ordenada y hacer control por los entes respectivos para que el Estado cumpla su cometido.

Un proceso de posconflicto supone un ajuste de las condiciones actuales y el desarrollo de otras a fin de que los grupos enfrentados asuman posturas y condiciones nuevas para que juntos participen en la reconstrucción social, donde se hace necesario que emprendan tareas que se aplazaron por la confrontación.

Se hizo entre los colombianos algo habitual tener una guerra informal en su territorio, con todas las desgracias que produjo y males que trajo, hizo catarsis en la mente de nuestra gente integrando parte de lo cotidiano que funcionaba de manera acotada y disminuida, ya que una gran parte del presupuesto se gastaba en el conflicto.

Ahora ésta Nación debe por ley del acuerdo de paz iniciar un proceso de cambios planificados para desarrollar el Campo y reformular la Salud y la Educación y sobre todo responsabilizarse por perseguir la corrupción e infringir los correctivos de ley a quienes han esquilmado el presupuesto en los entes oficiales.

Es imposible que un ciudadano en las actuales condiciones del proceso de Paz quiera la continuidad del conflicto, sin importar los que para ellos son sacrificios de vida necesarios, mostrando dos aspectos, la poca o nada importancia de la vida de los demás por parte de los guerreristas que invitan a la desaparición física a sus admiradores la de ellos y los demás, que

Sólo mentes especializadas en el retorno bestial, pueden acompañar esos cantos de sirenas entonado por una jauría de lobos enardecidos, porque están perdiendo el papel de productores de seguridad.