Ni lo uno, ni lo otro, exactamente lo contrario

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Escrito por:

Pedro Pabón Miranda

Pedro Pabón Miranda

Columna: Opinión

e-mail: pedropabon@yahoo.com



La primera vez que esta frase llegó a mi conciencia, la escuché en Fundación (Magdalena) al participar como un joven activista del Partido Liberal; era una tarde con el calor sofocante típico del pueblo y del ambiente político, asistí con la expectativa típica de un aprendiz habido de conocimiento partidista y sobre todo de lo que pudiese aportar el candidato a la Presidencia de la República, el reconocido dirigente, Julio César Turbay Ayala.
Hasta hoy sigue retumbando en mis recuerdos esa voz gangosa; el entonces candidato utilizó este recurso para ofrecer una propuesta diferente, siendo utilizada posteriormente por mí en muchas otras ocasiones para distencionar, asumiendo la más de las veces que era sólo un silogismo insulso e incorrecto.

Supuse de inmediato que Turbay Ayala debía ser inteligente al incluir tal muleta humorística en medio de algo tan serio como es el discurso de un candidato liberal a la Presidencia, además que ella sería de su autoría; pero el encantamiento comenzó a decaer con el cercenamiento de las libertades democráticas y republicanas a través de la implementación del Estatuto de Seguridad. Además, la frase no era de su autoría, puesto que Carlos Andrés Pérez ya la había utilizado en Venezuela para explicar que él no era ni capitalista ni socialista. Por otro lado, Mario Moreno, Cantinflas, la acuñó así: “¡Ahí está el detalle! Que no es ni lo uno, ni lo otro, sino todo lo contrario”.

Asumimos que frases como ésta son rimbombantes, altisonantes, estrambóticas, pegajosas y sin sentido o inútiles en cuanto a su aplicabilidad; en la medida que la dualidad debe ser opuesta, por lo tanto contradictoria e irreconciliable, la existencia de una implica la anulación de la otra. Ejemplo de ello está la justicia frente a la injusticia, el bien y el mal, la luz con respecto a la oscuridad; pero resulta que la vida no es solo de blanco y negro, sino que existen otros tipos de dualidades, tal es el caso de las dualidades complementarias y que a veces se les considera opuestas pero no lo son en la medida que ambas procuran un fin común, tales como: espíritu y materia, alma y cuerpo, justicia y misericordia, armonizándose mutuamente sin intervención extraña.

Pero existe un tercer tipo de dualidad, las cuales son opuestas y no complementarias, las cuales necesitan armonizarse: Tienen un objetivo concreto y de igual naturaleza para ambos términos, pero cada una lo hace en forma de contrariedad. Ejemplo de estas encontramos entre patrones y obreros, hombre y mujer, profesor y alumno. En la historia del pueblo de Dios en la salida de Egipto y quedar atrapados entre el ejército del Faraón y las aguas del Mar Rojo, hubo diferentes facciones dentro del pueblo Israelí, unos querían enfrentar al faraón, otros regresar a la esclavitud, otros arrojarse al mar embravecido y el resto a orarle al Padre y esperar; pero Moisés utilizó este silogismo y efectivamente salvó a su pueblo del peor de los escenarios.

En Colombia por más de medio siglo hemos convivido con una dualidad que se ha calificado como opuesta, lo cual implicó el estéril e inútil esfuerzo de eliminación mutua. Pero este diagnóstico siempre estuvo cojo hasta cuando se aceptó que ellas no son complementarias; pero que una armonización es factible en la medida que les asiste un fin en común: “El Estado de Bienestar en Colombia”. Es en este caso en donde debe intervenir un tercer elemento que les armonice: “El Proceso de Paz”, poniéndose de presente ahora la ley del equilibrio que ofrece el triángulo como la figura más equilibrada que permite construir la edificación de la convivencia y el desarrollo.

En un Estado en guerra, la tan anhelada y cacaraqueada “Confianza Inversionista” por quienes creen que esto es una dualidad de opuestos; profundiza al País en niveles de riesgo muy altos, que las calificadoras de riesgo mantienen hoy en grado de inversión con tendencia a la baja, es decir, las tasas de interés requeridas para las inversiones en nuestro territorio deben ser altas para cubrir el riesgo País. Bajo estas condiciones las únicas redituables se concentran en sectores mineros y petroleros con altísimos rendimientos esperados, pero que no se les agrega valor a las exportaciones y por ende, baja demanda de Mano de Obra. En Contario Sensu, se permitirá desarrollar empresas que puedan agregar valor, impulsando así la utilización de la Mano de Obra, iniciándose entonces el círculo virtuoso del desarrollo, escalando hacia el Estado de Bienestar.


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