Las guerras del posconflicto

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jorge Caicedo Correa

Jorge Caicedo Correa

Columna: Opinión

e-mail: jcaicedoster@gmail.com



Hubiera querido equivocarme cuando en mis columnas expreso que el principal escollo para las negociaciones de paz en La Habana es el delito internacional del narcotráfico, la plata maldita que tanto daño le ha hecho a nuestro amado país Colombia.


Con el pronunciamiento del Frente 1 de las Farc. “Hemos decidido no desmovilizarnos, continuaremos la lucha por la toma del poder”. Lo mismo ha decidido el Frente 7 de las Farc Jacobo Prias Alape con influencia en los frentes 16, 24, 36 y 44 dedicados al narcotráfico y el control de la minería ilegal.

Ya el señor presidente Juan Manuel Santos se pronunció al respecto, de esta noticia y la cúpula de las Farc prometieron tomar cartas en este incidente que es el segundo, calificándolo de disidencia no ideológica sino por motivos económicos.

El primero fue con el “Paisa”, antiguo lugarteniente del “Patrón del Mal”, Pablo Escobar y afortunadamente para el secretariado de las Farc este siniestro personaje se enfermó, se trasladó a La Habana para su recuperación y mientras se encontraba en tratamiento aceptó la desmovilización, pero sus integrantes en el Chocó siguen con la certeza de que no van abandonar el negocio del narcotráfico. Lo mismo el Frente 18 que delinque en la frontera con el Ecuador en el negocio del narcotráfico. Se pronunció en Tumaco donde controla los embarques de cocaína y presta seguridad a los compradores que entran por el vecino país.

Las Farc tienen cuatro rebeliones en sus filas, la columna móvil Teófilo Forero, que es combativa, sin su comandante “el Paisa” que está enfermo, pero sus lugartenientes se están peleando en el Chocó las zonas de influencias con presencia de narcotráfico y los frentes primero “Armando Ríos” y séptimo, con posibilidad que se le unan cuatro frentes más y el Frente 18 en las convulsionadas fronteras con Venezuela y Ecuador donde controla los cultivos ilícitos, laboratorios, rutas de coca, escolta a los compradores, contrabando etc.

A esto se le añade el ELN que ya ha captado a integrantes de las Farc que desean seguir delinquiendo en el narcotráfico, haciendo énfasis que las cúpulas de estos grupos de antisociales, mantienen buenas relaciones, pero sus bases no.

En el pasado, las Farc fusilaron a cinco jefes de cuadrilla del ELN para mantener el control de las rutas del narcotráfico, porque para tener vigilancia en ese negocio maldito, se necesita una estructura militarizada y un control férreo.

Sin ser apocalíptico, lo que se avecina no es fácil y se necesita de mano dura, un código de Justicia Penal Militar donde los jueces sepan discernir que es un mando administrativo, que un batallón está en agregación operativa, pero partidas y salarios no, y no manden a los mandos a las cárceles injustamente y a los delincuentes del ELN como se ha visto a casa por cárcel en Concepción Santander a 100 metros de la frontera con Venezuela, porque un negocio tan rentable como la minería ilegal, el contrabando, tráfico de drogas ilícitas, extorsión, secuestro, la delincuencia organizada, las Farc y el ELN, no lo deja así no más.

Los diálogos en La Habana pueden no estar en peligro, porque hay que esperar la acción de las Farc y la respuesta de sus renegados, pero sí tiene frente a ellos un serio escollo, el narcotráfico da dinero con problemas de disciplina.