Secretos de la segunda guerra mundial

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Gustavo Hernández López

Gustavo Hernández López

Columna: Opinión

e-mail: gusherlo@hotmail.com



En días pasados los principales periódicos del mundo, dieron una noticia bien relevante, consistente en  el descubrimiento en Polonia de un tren cargado con oro, el cual se condujo desde  Alemania. Era entre otras cosas uno de los tantos secretos, derivados de la Segunda Guerra Mundial y que están directamente vinculados con Hitler.

 

Fuentes fidedignas comentaron que Hitler quiso tener ese oro, debidamente protegido y guardado en territorio polaco. Se especula, pero es una hipótesis de que la idea hitleriana era construir un Búnker al lado del oro, con el propósito de disponer allí de un refugio o puesto de mando alterno.

Otro secreto de amplia difusión, es el relacionado con el famoso vuelo de Heb al Reino Unido. Según Manfred Gortemarker historiador y biógrafo de Heb: "Aquél vuelo sigue siendo uno de los mayores enigmas de la historia contemporánea".

Heb fue un subalterno cercano a Hitler, su ayudante personal, su jefe administrativo, su legislador con el Reich, secretario general del partido, aportaba  en sus discursos. La primera persona que proclamó  a Hitler como Fuhrer. Su discípulo más querido y a quién atendía y tenía en cuenta especialmente en aquellas decisiones de singular valía. Se dice sin que haya evidencias de la posibilidad de que hubiera participado en forma decisiva en "Mi Lucha" el escrito en el que el Fuhrer expuso sus principios fundamentales.

Este Heb, hitleriano de tiempo completo, consideró siempre de que había que buscar la paz, el acercamiento, la conciliación con los ingleses. ¿Cuál era su razón? ¿Su intención? ¿Estaba Hitler de acuerdo? ¿Era una manera de salirse de la camisa de fuerza del Régimen de Hitler? ¿Había sinceridad en ésta pretensión? ¿Sería un espía doble? Son un sin número de interrogantes sobre este personaje.

Lo único cierto es que este aviador alemán, contraviniendo una orden de Hitler de que no volara, corriendo todos los riesgos, en plenos combates en el aire, voló hacia Gran Bretaña y por mal tiempo se vio obligado a lanzarse en paracaídas, cayendo en tierra escocesa. Lo capturaron y lo pusieron prisionero.

Pero en función de ese objetivo de pacifismo, tomó contacto con varios ingleses, a los cuales les hizo ver su pensamiento y en cierto modo comprometiendo a Hitler, dada su cercanía totalmente reconocida y visible. Su principal contertulio y con el cual hubo confianza mutua fue un diputado conservador Douglas Hamilton, aristócrata y a quien conoció en los juegos olímpicos de 1936. Este noble, quería contemporizar con Hitler.

Dentro de esa tesis de protección a Inglaterra, en cuanto que no la atacarían y que  se firmara una Alianza contra la Unión Soviética, entre los británicos surgía la figura de Winston Churchill, cuya posición firme no era otra que la de pasar a la ofensiva. Su concepción clara del tema dejaba translucir  de que a un tirano no se le podía creer, ya que estaba utilizando un sofisma de distracción. Consecuentemente no se podía aceptar un acuerdo de paz y menos aún una rendición. Eso sí  alertó porque sabía para donde iba acerca del peligro que significaba Hitler.

Y en ese momento pronunció su célebre frase: "no les ofrezco sino sangre, sudor, esfuerzo y lágrimas". También expresó: "No podemos pensar sino en la victoria". "Victoria, victoria a cualquier precio". "Porqué sin victoria no hay supervivencia".

Lo más importante de estas sentencias de Churchill es que las manifestó cuando el pueblo inglés estaba sufriendo los bombardeos, las víctimas, los destrozos de sus poblaciones y por esa situación de tragedia la reciedumbre moral anglosajona había aflojado.

Eso dio origen a que múltiples ciudadanos pensaran y creyeran que era mejor negociar. El mismo ministro de Relaciones, Lord Halifax, era un convencido del apaciguamiento. Decía "cediendo  o concediendo se puede sosegar o apagar a Hitler".

Pero Churchill remató diciendo "el que se arrodilla o se humilla para hacer la paz, tiene o se queda con la guerra y también con la humillación". Era la lucha de la libertad frente a la dictadura. Los políticos que acompañaron a Churchill concluyeron que esa paz con Hitler era "firmar un pedazo de papel sin valor".

Esos errores de percepción política se han cometido y se siguen cometiendo a pesar de estas experiencias que la historia nos muestra, por cuanto se analiza  superficialmente en un momento dado lo que representa para un Estado ceder y entregar, por causa de no conocer al enemigo y de padecer horas de angustia y terror.