En las próximas elecciones vota bien, vota por ciudadanos defensores de la honestidad

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Ramón Palacio Better

Ramón Palacio Better

Columna: Desde el Centro Azul

e-mail: ramonpalaciobetter@yahoo.com



Ya se acercan las elecciones o próximos comicios electorales, y los políticos empiezan a organizar de distintas maneras estas constitucionales fiestas del pueblo que consolidan ampliamente nuestras acciones en democracia. A pesar de ello, la gran mayoría de los ciudadanos estamos cansados o lo que es igual, con el agua hasta el cuello de los comentarios que se generan en el ámbito de lo político; halagando, adulando y elogiando en estas épocas a uno u otro aspirante o candidato perteneciente a cualquiera de las distintas organizaciones que integran los partidos políticos de nuestro país.
Algunos todavía intentan engatusar a los votantes, simulando adhesiones mayoritarias, otros cuando no hablan de adhesiones, entonces hablan de lo que hizo, fulano o zutano, del porque y para que, o seguramente sé sabalea finalmente, para poder ingresar o ser aceptado en uno u otro grupo del candidato respectivo. Comentarios, dilucidaciones, aclaraciones y críticas, que siempre anteceden a estas fiestas democráticas que se avecinan; Sin embargo, la gente no se preocupa por exigirle a los candidatos, los remedios y las soluciones a tantos problemas que atraviesan muy seriamente a la sociedad y que deben arreglarse. Problemas plenos de necesidades básicas, primarias y urgentes. Preocuparse por los verdaderos problemas que tiene el pueblo y especialmente su comunidad, es lo más urgente y deber de todo candidato.
Lo que verdaderamente le interesa a los ciudadanos de a pie, es la falta de empleo o trabajo, las indiscriminadas alzas de los artículos que componen la canasta familiar. El abuso de los enormes precios de las medicinas genéricas que acaban con cualquier presupuesto familiarAl ciudadano de a pie, le interesa escoger un candidato que mejore la sanidad pública, que la educación en los colegios distritales, mejoren también sus medios y subvenciones, que se preocupe por mejorar la calidad y nivel de vida de todos y no de unos cuantos. Estos son algunos de los argumentos primordiales que nos interesa a todos, sean resueltos por los aspirantes a gobernar y no los estrepítentes escándalos y algarabías, de plenas mentiras, engaños, chismes y disimulados alborotos reiterativos.
Seguramente protagonizados por alguno de los llamados Mandamás, de uno u otro partido o candidato, cuando en realidad los políticos y quienes aspiren a serlo, deberían dedicarse como es su obligación, a arreglar, restaurar o reformar lo mejor posible los valores más importantes que requiere su pueblo y en beneficio de nuestra sociedad magdalenense. Lo contrario es distraerse ante oportunistas que han querido llamar la atención inscribiendo sus nombres para aspirar a una u otra etiqueta que la democracia otorga durante las fiestas o comicios electorales constitucionales que el pueblo realiza en nuestro país.
Existen muchos ciudadanos magdalenenses cansados de entregar el voto a personas o ciudadanos que lo único que pretender tener, es un puesto de trabajo por cuatro años para mejorar o medrar y no hacer nada de lo que prometieron a sus ciudadanos en sus campañas. Con los años, el pueblo ya tiene identificadas y conoce muy bien las diferentes técnicas o estrategias que adoptan los políticos para captar votos, sin embargo, ciertos candidatos y políticos todavía cuentan con alguna suerte al respecto, porque aún existen ciudadanos que no les interesa en lo absoluto a quien se elige, ni tampoco se preocupan mucho en pensar con quien tienen o deben votar; porque votan por inercia, desidia, indolencia y pasividad, eso es lo que aprovechan los políticos y sus medios publicitarios para captar votos.
Allí es donde se volcaniza el chisme, el cuento o el escándalo, es también donde está la gran diferencia con el político que defiende y preserva la honestidad; ambicionan el poder, no por intentar realmente realizar el verdadero oficio de político profesional con espíritu de servicio a los demás y arreglar lo máximo posible nuestra sociedad, que por eso vota por él y le paga su sueldo con los impuestos que tributa cada ciudadano.