En nuestro país, algunos columnistas, pretenden generar opinión de que cuando ocurren hechos que no están en concordancia con su manera de exponer sus ideas, se toman la facultad de expresarlo con indignación y hasta llegan a declarar preocupación fatal si esos sucesos no ocurren como ellos piensan, rayando en una peligrosa actitud incomprensible.
Escuché con atención al exministro, exsenador y empresario valioso de la Costa Atlántica para Colombia Fuad Char Abdala haciendo unas observaciones a la actitud del director del partido Cambio Radical hacia personajes de la política regional de La Guajira.
Dijo que ¨Al señor Galán no le interesa lo que vive La Guajira…si algún periodista hace un comentario sobre un candidato de Cambio Radical sólo le interesa quedar bien porque él es el señor Galán¨.
También expresó que los votos de La Guajira son buenos para algunos, pero malos para otros y recordó que éstos han servido para elegir a Santos dos veces. Todos sabemos que la maraña existente en la aplicación de justicia en Colombia es asombrosa, tanto para expertos y con mayor razón para legos. Los ciudadanos corrientes confiamos que los jueces aplican las leyes acatando los principios que le dieron origen y que por lo tanto debemos acatar.
Pero hemos llegado al fondo de una franja gris oscuro, en la cual, parece que la hermenéutica jurídica, ese arte de interpretar textos, está sobrepasando el eje medular de la justicia. Con frecuencia escuchamos decisiones judiciales basadas solamente en un testimonio que a la postre resulta testigo falso, en algunos casos.
Es más, se habla de un cartel de testigos falsos que se utiliza no como ayuda en la aplicación de la justicia, sino para hacer daño intencional a personas y a instituciones. Cuantos colombianos no han condenado de esta manera.
Se escucha a destacados juristas decir que se debe respetar el debido proceso, pero a renglón seguido dejan escapar su decidida intencionalidad de condenar al reo inmediatamente, sin acatar precisamente el debido proceso.
También asombra que notables funcionarios del Gobierno Nacional quienes irrespetando a la ciudadanía, intenten mediante falacias corregir acciones desacertadas, soslayando deberes y responsabilidades.
Esa situación nos obliga a pensar que el eje programático de la paz en Colombia es la Justicia, asociada íntimamente a la generación de una conciencia nacional de acatamiento a los principios democráticos que enmarca el comportamiento de la sociedad entera.
@WILFRIDODELAHOZ
