La educación es el buen rostro del Magdalena

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Ramón Palacio Better

Ramón Palacio Better

Columna: Desde el Centro Azul

e-mail: ramonpalaciobetter@yahoo.com



Muy a pesar de las profundas transformaciones sociales diseñadas y que aún continúan en los escritorios e inteligencias de nuestros mandatarios y dirigentes, la mitad de los adultos colombianos no han avanzado en su educación mas allá de la escuela primaria. Es una información irrebatible y que no hace parte aún de los inmediatos cambios y propuestas sociales de las últimas décadas. Si logramos establecer un informe sobre la educación entre jóvenes y adultos en el Magdalena, estoy convencido de que los adultos tienen un marcado déficit en su situación educacional.

Es una realidad irrebatible, como también un panorama desolador, que pone en el piso nuestro orgullo, en sus justas aspiraciones de tener una población cada vez más educada, ante el concierto de Colombia y la América Latina. Las reformas y aplicaciones de las nuevas leyes nacionales, no han sido tan eficaces, como si especialmente por la voluntad y el deseo de los padres y cabeza de familia, de que los niños ingresen a estudiar en las escuelas y colegios públicos y privados.

Son esfuerzos y verdaderas muestras de una más pareja y aplaudible muestra de inserción social, que brinda muchísimas oportunidades a los niños y jóvenes de nuestros pueblos y regiones del Magdalena. Sin embargo, es indudable que la brecha educativa en los adultos ha crecido al igual que el compás de los cambios en la estructura social de nuestras comunidades democráticas y como consecuencia quizás, o derivados, de la creciente desigualdad existente en la distribución del ingreso. Evidentemente, que las provincias y regiones como la nuestra en el Magdalena, que presentan menores niveles educativos, son las más castigadas en términos económicos y sociales. Mientras en la capital de Colombia, Bogotá, el 90% de la población termina la primaria y el 60% la secundaria.

En nuestros municipios y corregimientos más pobres, cargamos injustamente con los índices más altos en las cuotas de analfabetismo. La deuda del Estado frente a estas realidades es palmaria, innegable.

Es muy grande y las consecuencias son desastrosas, por la incompetencia e ineptitud, de quienes no han completado su nivel básico. Hay que implementar con más vigor las tradicionales campañas serias y sostenidas de alfabetización, para que la gente aprenda a leer y escribir. Hacen falta alfabetizadores que salgan al encuentro de quienes tienen tal carencia y los ayuden a superarla con métodos apropiados.

Es necesaria y urgente la incorporación de los adultos sobre todo los más jóvenes, a programas que contemplen, además de las áreas curriculares esenciales, la formación profesional. Porque resulta imprescindible que se les dé a los adultos la posibilidad de dominar un oficio que proporcione también la inserción laboral. Existen en nuestras regiones del Magdalena, muchos, quizás miles de jóvenes adultos que no han terminado sus estudios de secundaria.

De manera que los gobiernos Departamental y Distrital, deben adoptar unos planes convenientes e inmediatos, para que estos jóvenes puedan terminar los estudios de secundaria y obtengan además, una capacitación laboral mediante el impulso de planes de becas o facilidades económicas accesibles. Estos jóvenes adultos conforman una peligrosa franja, que entre otras es una de las más afectadas en nuestras regiones. Pues es innegable que existe un sinnúmero de desempleados y también un indudable número de jóvenes y adultos inactivos, que no van al trabajo, ni a la escuela.

Es un déficit educativo, doblemente grave en términos de los directamente afectados, implica su condena a menores posibilidades no solo de vida material, por la estrechez del mercado laboral, sino también sociales, culturales y políticas. El cercenamiento de la educación implica, al mismo tiempo, una severa restricción al acceso de todos los demás bienes, derechos y garantías sociales.

Las ausencias de conocimiento y la incapacidad para producir ciencia y técnica relevantes de manera autónoma son derivaciones muy costosas de la falta de educación de la población, entendida como un conjunto integrado. Los datos oficiales en materia de educación muestran, en definitiva, que salvo que la situación se revierta, el Magdalena y también el país afrontan un futuro de creciente desigualdad y empobrecimiento.