El "juego" de chaturanga que se vive en Colombia

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El chaturanga es un antiguo juego originario de la India y del cual parece provenir el ajedrez tal como se conoce hoy en día.

 

Se creó debido a una polémica surgida tras una guerra de sucesión al trono entre dos hermanos. Para resolverla, un grupo de sabios decidió reproducir dicha batalla colocando, en un suelo de escaques de buena madera teca oscura y marfil, blancas estatuillas que representaban dos grupos de infantes en fila, atrás del grupo de infantes se colocaron, ordenadamente, el rey, su general, dos elefantes, dos carruajes y dos caballeros con sus respectivos equinos. A cada estatuilla se le atribuyó el papel que habían jugado en la batalla y lo representaron mediante movimientos sobre las casillas así: el general no se podía mantener alejado de su rey más de una casilla, el elefante se desplazaba tres casillas verticalmente, el caballero se desplazaba tres casillas diagonalmente y los soldados de infantería se desplazaban una casilla hacia adelante.

Esa misma representación parece revivirse por estos tiempos en Colombia, en donde el chaturanga se juega entre dos, el presidente Santos y el ex presidente Uribe. Y aunque uno de ellos cuenta en el tablero de escaques con más ficha que el otro para tratar de darle jaque mate, por cuanto ostenta uno de los tres poderes con que se maneja un país, el ejecutivo; es de admirar cómo se defiende el ex, con tan sola una ficha en el poder legislativo y la utilización por supuesto del cuarto poder, es decir, de los medios de comunicación que en su mayoría son de grandes grupos económicos. Amén de que Uribe cuenta con una favorecidad enorme de público procedente de esa parte de la sociedad que lo apoya constantemente, pues así lo demuestran y manifiestan hasta por las redes sociales, el medio más democrático que ha inventado la humanidad y por donde puede opinar, sin que nadie le diga que no, hasta el más tímido o penoso de los mortales, venga de donde venga.

Pero lo más triste para los que vemos ese juego de chaturanga sin fogosidad ni influencia participativa, sólo a manera de contemplación, mudos y descifrando las estrategias de los oponentes, como buenos espectadores de un juego de ajedrez, es que mientras esa partida se lleva a cabo, niños indígenas mueren de hambre, se anuncian racionamientos eléctricos y la incertidumbre de cómo va a ser el país después de que se firme la tan anhelada y anunciada paz, crece como una preocupación abominable, pues casi nadie de los que aún sobrevivimos en Colombia, ha experimentado un país con esa aparente utópica paz.

 



Escrito por:
Alvaro Cotes Córdoba
Autor: Alvaro Cotes Córdoba
Periodista – Bloguero de EL INFORMADOR



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