El samario que miró de cerca a Hittler

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José Rafael Dávila Angulo, no pensó que aquel mes de enero de 1936 al abordar ese vapor en el puerto de Santa Marta rumbo a Ámsterdam, Holanda, lo llevaría a estar quizás en el momento más históricos de las Olimpiadas, el día que Jesse Owens se convirtió en la primera persona de raza negra en ganar la medalla de oro en atletismo, una prueba que no sólo desafío a sus rivales de pista, sino el poderío que ostentaba el hombre más odiado del siglo XX: Adolf Hittler.

Quince días fue el tiempo que transcurrió desde su partida de su provinciana tierra costeña hasta llegar a la capital de los 'tulipanes', ciudad donde desembarcaba el navío para emprender el viaje hasta Bruselas, en la vecina Bélgica, para visitar a un tío que vivía en esa ciudad.

"Mi tío Nicolás Dávila con su familia, vivía desde hace mucho tiempo en esa ciudad junto con otros familiares, mis mayores y yo de 13 años de edad fuimos a visitarlos", recuerda con nostalgia don José.

"Estando en Bruselas, tuvimos la oportunidad de conocer varios países entre esos España, donde estuvimos en Madrid, Barcelona, Granada, y Sevilla, hasta el 20 de julio de 1936 que estalló la revolución española por lo que tuvimos que salir y dirigirnos hacia Berlín acompañados de otra familia samaria del señor Pacho Luis Olarte, su señor e hijo" narró Dávila Angulo.

Su llegada a la ciudad alemana coincidió con uno de los sucesos más importantes de la historia: los Juegos Olímpicos, un evento de gran relevancia en tierras teutonas luego del fin de la Primera Guerra Mundial, donde resurgió para asumir el evento deportivo.

"Estuve en la inauguración de los Juegos Olímpicos, a pesar de mi corta edad en ese entonces, me impresionó mucho ese suceso por la magnitud del evento, lo grandioso que fue y la cantidad de gente que participó" anotó José Rafael.

La inauguración de estas olimpiadas tuvo lugar en el Olympia Stadion o Estadio Olímpico de Berlín, donde estuvo presente José Rafael Dávila, y en ese mismo escenario se encontraba Adolf Hittler, líder absoluto del Partido Nazi, quien fue el encargado de dar el discurso de apertura a los juegos.

"Acompañado de mi primo Nicolás Enrique Dávila, quien le tomó una foto, pude ver de lejos al Führer, Adolf Hittler, escuchar su discurso y ver como el pueblo alemán, en ese entonces, respaldaba, apoyaba y seguía su pensamiento" explicó.

A la edad de 13 años, José Rafael no tenía conocimiento de la persona a la que atentamente escuchó su discurso en alemán y del que poco entendió pero sorprendió la determinación y vehemencia con la que se refería al público en el gigantesco escenario.

"En esos momentos sabíamos que Hittler era el jefe, el que mandaba en Alemania, pero no conocíamos nada de la vida de él, más tarde cuando regresé y con unos años más, quedé impresionado al darme cuenta quién era en realidad y todo lo que hizo", relató Dávila Angulo.

En esos momentos Hittler aún no era el 'demonio' que mucho tiempo después llegó a ser. "Alemania estaba preparada para agradar a la gente, en ese momento no había discriminación, ni persecución, las personas podrían disfrutar libremente de la ciudad sin ningún tipo de restricciones" anotó.

En su estadía en el país germano, como buen niño, José Rafael Dávila se dejó contagiar de lo que veía a diario en las calles. "Era común ver en cualquier lugar a los alemanes alzando la mano derecha haciendo el representativo saludo nazi, 'Heil Hittler', nosotros no entendíamos y repetíamos lo que veíamos, saludando al Führer en muchas ocasiones de esa forma" apuntó.

El día de Jesse Owens

Otro de los momentos que marcó la historia no solamente de Alemania y su ideología Nazi, sino la historia de los Juegos Olímpicos, fue el día que ganó James Cleveland Owens, la primera persona de origen afroamericano en ganar cuatro preseas doradas en unas olimpiadas.

Este hecho estremeció el Estadio Olímpico de Berlín, tal como lo relata José Rafael Dávila, fue tanta la indignación del Führer al ver que Owens se montara en lo más alto del pódium que, completamente enfurecido, abandonó su puesto, saliendo raudo del estadio.

El cajón de los recuerdos

Ahora con 93 años y miles de anécdotas por contar, esta mente prodigiosa de la historia aún conserva muchos recuerdos de sus viajes y visitas, entre ellas las contraseñas que adquirió para asistir a algunos eventos de las XI Olimpiadas en su visita por el país alemán.

Por Lala Esmeral Muñoz
Redactora EL INFORMADOR





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