Inconveniencia del cese bilateral al fuego

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Desde que las Farc anunciaron en diciembre un cese unilateral al fuego, todos los estamentos de la sociedad colombiana se han estado preguntando qué significa esto. Los más desconfiados hablan de chantaje y de mentiras, mientras que algunos ven un gesto sincero indicativo del punto de no retorno que ha alcanzado el proceso de negociación en La Habana.

En días recientes un grupo de izquierdistas liderados por Piedad Córdoba le exigió al gobierno colombiano que cesen las acciones militares y acepte finalmente un cese bilateral al fuego.

Inmediatamente el presidente Santos reaccionó informándole al país que había dado instrucciones para que los negociadores abrieran espacio a este punto en la agenda que está en discusión.
Considero que el solo cese unilateral al fuego no es suficiente para que los colombianos y el gobierno creamos que esto es realmente el comienzo del fin.

Psicológicamente una política de no agresión produce una reacción similar en las fuerzas del Estado. Situación que puede ser aprovechada por las Farc no sólo para darle un descanso a sus combatientes sino para abastecerse de material de guerra, dinero y continuar impunemente con sus otras actividades ilícitas.
A mi modo de ver para entrar en la fase de desescalamiento del conflicto e incluso discutir un cese bilateral al fuego, se requiere no sólo un cese unilateral fuego sino un cese total y absoluto de todas las actividades ilícitas de la guerrilla.

El presidente Santos, por su parte, ha debido exigible a la guerrilla ir mucho más allá del solo cese unilateral al fuego y exigirles la cesación de toda actividad ilícita antes de siquiera sugerir que el Estado colombiano consideraría suspender su deber constitucional de perseguir a los delincuentes.

El Estado colombiano no puede renunciar al monopolio de las armas y al uso legítimo de la fuerza. Tienen algo de razón quienes afirman que bajo las normas vigentes, el Presidente podría llegar a violar la ley, de decretar el cese bilateral al fuego.

Ahora bien, el mundo del derecho no se agota con las formulaciones del derecho positivo. El mundo del derecho es mucho más amplio, y sería absurdo ceñirse a la letra y violar el espíritu de la ley y de un pacto social que no es otro que la consecución del bien común. Además, los hechos, como lo afirmó en su momento el tratadista Jellinek, también crean derecho. Las leguleyadas no pueden atravesársele a la paz.

Ante los evidentes vacíos legales, la audacia del Presidente y de la dirigencia para lograr los consensos políticos necesarios que blinden un proceso de esta naturaleza es clave. Este es el punto más débil del eslabón, ya que hay grupos de poder que son necesarios pero que todavía no se suman a la iniciativa presidencial.

Consideraciones varias, algunas de las cuales hemos comentado, llevan a pensar que hay que caminar con pies de plomo y no ensillar la bestia antes de comprarla. Si a esto le sumamos los antecedentes históricos de las Farc, por fuerza tendríamos que concluir que el cese unilateral al fuego es un engaño.

La verdad, sólo las Farc saben a qué juegan, pero le corresponde al gobierno colombiano en cabeza del Presidente de la República, no dejarse meter el dedo en la boca una vez más. Los antecedentes justifican el escepticismo y el cauteloso optimismo de la opinión pública. Soy de los que piensa que nuestras fuerzas militares no deben cesar en el empeño de perseguir a las Farc hasta que estas hayan dejado todas sus actividades ilícitas e incluso se hayan concentrado en un territorio que permita verificar que realmente abandonaron para siempre sus actividades delictivas. Afortunadamente hay voces mucho más autorizadas que piden lo mismo, tal como lo es la Iglesia Católica.