Las profecías del oráculo santista

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



No se había secado la tinta de su publicada columna, cuando ya el gobierno echaba por la borda la primera de sus predicciones para el 2015.

Desafortunadamente para Silva Lujan, el gobierno revisó a la baja la cifra de crecimiento del PIB colombiano y dijo que crecerá alrededor del 4.2% y no el casi 5% vaticinado por él. Creo que el panorama económico mundial y sus muchas incertidumbres dan para pensar que Colombia crecerá entre un 3.5% y un 4.2%. Revisemos las otras profecías de Silva.

No hay evidencia que sugiera que el precio del petróleo va a subir a niveles cercanos a los $100 dólares por barril en el segundo semestre del 2015, aunque tampoco creo que llegue a los $48 dólares que el ministro de hacienda utilizó en sus cálculos rentistas. El precio creo se mantendrá alrededor de $60.

La apreciación del peso, aunque es beneficiosa para algunos exportadores, la verdad es que el peso del sector energético-minero es bastante importante como para decir que el repunte de los otros sectores, que está por verse, va a compensar la caída de ingresos del sector petrolero.

El servicio de la deuda externa, aunque ha sido refinanciada, se encarece por cuenta de la apreciación del peso, aunque el gobierno nos ande echando cuentos chinos.

Podría pensarse que la gasolina barata es buena noticia para los hogares colombianos y para los productores, si no fuera porque en Colombia, fuera de los sueldos, nada baja. ¿Es que acaso va a bajar el costo del transporte público para la mayoría de los colombianos? o

¿Cómo entender que en la Costa Caribe quieren subir el precio del gas sustancialmente? Los altos costos de la energía en la Costa Caribe es uno de los grandes escollos para la competitividad regional.

La economía colombiana va a tener un desempeño aceptable en el 2015 dadas las circunstancias, pero creo que el gobierno está subestimando grandemente la duración de la tormenta, y el 2016 puede ser un año muy complicado.

Preparándose para una muy probable crisis, el gobierno debe engavetar algunos proyectos, comenzando por el metro de Bogotá. De hecho, el gobierno debe preguntarse si el metro de Bogotá es la mejor inversión de los recursos de los colombianos.

Paréntesis para cuestionar la sensatez de colocar todos los huevos en una sola canasta. Bogotá concentra gran parte de la capacidad productiva instalada del país. Yo pregunto qué pasará, porque sabemos que es cuestión de tiempo, el día que Bogotá sea destruida por un terremoto.

El esfuerzo de reconstruir Bogotá será monstruoso. Los recursos del metro podrían invertirse potenciando otras regiones y comenzando a descentralizar la estructura productiva instalada en la capital. Las empresas deberían estar preocupándose por trasladarse a otros sitios de Colombia. El problema de Bogotá no es la movilidad. El problema es Bogotá. Cierro paréntesis.

La crisis del petróleo ha golpeado duramente a nuestro vecino, el cual es probable que colapse en el 2015 o 2016. La crisis de la zona de las economías fronterizas se va a agudizar, y no parece que el gobierno tenga un plan de choque listo para enfrentar este escenario, el cual demandará recursos adicionales que no están contemplados en ningún lado.

Dadas las circunstancias, el año 2015 será aceptable para Colombia comparado con otros países del mundo y de la región. El 2016 es el año por el que debemos preocuparnos. El gobierno debe ser más proactivo y menos inmediatista y comenzar a prepararse desde ya. No es cierto como dice el gobierno que todavía tenemos tiempo para adaptarnos a las circunstancias.

Hay demasiadas incertidumbres y el riesgo de dormirnos es demasiado alto. Siempre es buena política prepararnos para lo peor y esperar lo mejor. Ya la arrogancia en el pasado ha llevado a este gobierno a subestimar circunstancias -¿Cuál paro?- para después verse desbordado por ellas. El manejo que se le dé a la economía en el 2015 determinará en gran medida lo que suceda en el 2016.
Como el adivino del chiste argentino, Silva Lujan no acierta una.

En otros tiempos, como él mismo dijo, ya le hubieran cortado la cabeza, pero como estamos en Colombia, a él probablemente le den un ministerio o algún otro puesto importante.