Instituciones chatarra

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



La ministra de Comercio anunció en Cartagena la política industrial que será implementada por el Programa de Transformación Productiva (PTP), y que focalizará sus acciones en "fortalecer la empresa, potenciar las regiones y promover las exportaciones".

Desafortunadamente para la ministra, el Ministerio que ella lidera es un apéndice de la administración pública. El Ministerio que menos incidencia tiene en lo que la ministra propone es el de ella. Le dieron una bicicleta estática para competir en el Tour de Francia.

Lo que sucede con este Ministerio es una situación extendida, ya que hay muchas instituciones nacionales y locales que padecen del mismo mal. No tenemos la institucionalidad idónea para administrar eficiente y efectivamente esa gran empresa llamada Colombia.

La última vez que se le dio una mirada seria al tema administrativo fue durante la presidencia de Lleras Restrepo. La vida útil de las reformas de la era Lleras pasó hace mucho tiempo. Los intentos por actualizar ese legado han sido parciales e incompletos, y en últimas dañinos.

El efecto de lo comentado es la creciente desconfianza del ciudadano en las instituciones. Paradójicamente, el pobre y obsoleto diseño institucional-administrativo nos convierte en una sociedad litigiosa, excesivamente legislada y caldo de cultivo para la corrupción.

Contrario a lo que comúnmente se afirma, la corrupción por sí sola no explica las serias falencias en el gerenciamiento de la cosa pública y el fracaso en la consecución de las metas. El modelo administrativo actual carece de las herramientas idóneas para cumplir su objeto social, dando lugar a un círculo vicioso en el cual la corrupción se convirtió en su principal motor; tanto así, que la ausencia de corrupción genera parálisis administrativa.

Valga la pena anotar que muchos de los grandes males sociales que estamos tratando de solucionar tienen sus raíces en la inoperancia de nuestras instituciones. Al no reconocerse la causa de los problemas, seguimos enfocados en los síntomas, y es por esto que estamos inmersos en un círculo vicioso del que no logramos salir.

Lo prudente antes de hacer reformas, e incluso antes de hacer la reingeniería de las instituciones, es dar dos pasos hacia atrás y construir consenso acerca de qué país queremos y cuál debe ser el rol del gobierno.

El paradigma dominante determina las políticas públicas. Por ejemplo, mientras se piense que el gobierno nacional es el motor de la economía y no la empresa privada, las políticas públicas serán orientadas a fortalecer financieramente al gobierno a expensas de la empresa privada, tal como lo propone la reforma tributaria que está en discusión. Si el consenso fuera que el motor del desarrollo es la empresa privada, entonces el diseño institucional y las políticas públicas serian orientadas a hacerlo posible.

En síntesis, tenemos frente a nosotros el reto inmenso de diseñar un estado que facilite el mejor y mayor uso de todos nuestros recursos, y que garantice a todos los asociados la obtención del mayor bienestar social posible. Estamos en mora de chatarrizar nuestras obsoletas instituciones y rediseñarlas para que el país pueda beneficiarse efectivamente de las oportunidades ofrecidas por la globalización.