No confundir la mostaza con la melaza

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Cuando estaba en la universidad tenía una compañera y gran amiga, que cada vez que alguno de los del grupo de amigos decía que una mujer era fea, ella salía a la defensa argumentando que era buena gente. Nosotros le respondíamos que el punto era que nos parecía fea y no si era buena o mala gente.
El caso de la oncóloga colombiana, el cual despertó una solidaridad enorme comenzando por el gobierno colombiano, pacientes, familiares y amigos, alegando que la doctora es una eminencia que ha ayudado a la humanidad. Si probablemente ese sea el caso, pero eso no tiene nada que ver con el intento de matar a su ex pareja. Una cosa es la idoneidad técnica o profesional, y otra la idoneidad moral. Se puede ser un genio y asesino a la vez.
Recuerdo también cuando en épocas del inicio del para-escándalo, el hermano de uno de los primeros acusados, salió en su defensa alegando que su hermano había ido a estudiar a Londres a las mejores universidades, ¿y? Se puede ser un delincuente muy educado sino miren los crímenes que vemos cada cierto tiempo en el sector financiero.
Con conocimiento de causa, puedo afirmar que la oncóloga la sacó barata, probablemente gracias a sus contribuciones científicas. El estándar de prueba en el derecho penal estadounidense es más allá de la duda razonable, y es difícil que la doctora en cuestión fuera inocente.
Vi apartes en televisión, y es una persona totalmente fría, la cual solo se conmovió cuando vio llorar a su padre. Tanta frialdad, la verdad me produjo escalofríos. Todos podemos equivocarnos en algún momento, y probablemente eso fue lo que le sucedió a la doctora. Para convertirse en delincuente basta una sola vez.
Por otro lado, no entiendo el papel ridículo que hizo el gobierno colombiano. Primero, la susodicha nunca hizo mención de ser colombiana. Le importa un carajo Colombia. Y segundo, está en capacidad de pagar los mejores abogados, o que estos la representen gratuitamente por el alto perfil que tiene la doctora, así que el acompañamiento del gobierno era innecesario. La verdad se salvó de que le achicharraran el trasero en una silla eléctrica.
Lo que produce ira, es que este mismo gobierno que se mete donde nadie lo quiere ni llama, no tiene idea de qué sucede con otros compatriotas sin recursos, que están olvidados en las cárceles de los Estados Unidos y que sí necesitarían apoyo y acompañamiento consular.
Mientras el servicio exterior sea una chequera para pagar favores políticos o de otro tipo, no hay esperanza de que las representaciones consulares sean un gran beneficio para los colombianos que viven fuera. Nuestro servicio exterior es poco más que costosísimas notarías que le hacen un tremendo hueco al presupuesto del país. De hecho ahora que supuestamente el gobierno se está ajustando el cinturón, nuestro malísimo servicio exterior podría ser uno de los sectores en donde se podrían ahorrar muchos recursos. La mitad de los consulados de Colombia en el mundo podrían ser cerrados sin que sucediera absolutamente nada.
No solo nos ahorramos los salarios de los cónsules y sus séquitos sino también los costosísimos arriendos y demás. La renovación de pasaportes se podría centralizar en las embajadas existentes en cada país. Para esto existe el correo, que al menos en los países desarrollados es muy eficiente y seguro.
Produce risa que el gobierno colombiano pretenda probar que la oncóloga es inocente, como si Estados Unidos fuera una republiqueta bananera. La ciencia forense es excelente y por otro lado, a la doctora se le brindaron todas las garantías constitucionales del caso. Se pueden cometer errores también, pero en este caso difícilmente. El gobierno no debe perder tiempo y dinero en causas pérdidas que no le corresponden, ni que fueran la mamá de el Flecha, la famosa niña Tulia.