Ni están todos los que son ni son todos los que están, por la simple razón de ser y no parecer. Mi apreciación personal es que una gran parte de las víctimas de las Farc no van a tener quien los represente en la mesa de negociación porque no son víctimas obvias, son víctimas invisibles.
Tienen la rara condición de ser víctimas y victimarios, y tal vez en número, son tantos o más que todas las otras víctimas. Me refiero a las víctimas que están o han estado en las filas de las Farc. Nadie los reconoce como víctimas, que es el primer paso para una reparación, entonces la injusticia cometida quedará impune.
Específicamente hablo de los guerrilleros reclutados a la fuerza, miles de ellos niños y niñas entre ellos, de los que fueron fusilados por supuesta traición a la causa, de las miles de mujeres obligadas a prostituirse y a abortar, que han hecho de la guerrilla un burdel móvil y el más grande del país. El abandono o incapacidad del Estado colombiano, que no fue capaz de proteger sus derechos, permitió que esto sucediera. Primero fueron víctimas del Estado y de las Farc y después fueron victimarios.
Si el Estado hubiera cumplido con su obligación de proteger la vida, bienes y honra de estas personas, tal vez jamás hubieran sido guerrilleros. En el proceso de encontrar la verdad, es necesario saber quiénes fueron fusilados y quién dio la orden. La pena de muerte no existe en Colombia y aquellos que la aplicaron deben pagar por ello.
¿Cómo vamos a reparar a los que fueron víctimas de reclutamiento forzoso? ¿Cómo vamos a reparar a las guerrilleras que fueron obligadas a prostituirse? No podemos ser tan ciegos de definir las víctimas de forma restrictiva, y darle este estatus solo a los que no pertenecieron a las Farc.
Leí en algún lado que las víctimas lo son de muchos victimarios, incluyendo al Estado colombiano, pero incluso esta apreciación en apariencia amplia y que fue desarrollada en detalle, pasó por alto las víctimas invisibles a las que me he referido.
Los Estados de derecho, y en Colombia nos preciamos de ser uno, todas las personas tienen los mismos derechos. El niño guerrillero tiene, o tuvo aunque solo en papel, el mismo derecho del niño más pinchado el barrio más encopetado de la capital del país. Tenía derecho a que se le protegiera, solo que no fue así y por eso su vida tomó el rumbo que tomó y a la fuerza terminó siendo victimario.
Un conflicto armado de cincuenta años da para que se cometan muchas injusticias y atropellos e inevitablemente la reparación total de todas las víctimas es imposible. Es entendible olvidarse o ignorar un número pequeño de víctimas, pero en este caso son miles como para hacernos los de la vista gorda. De pronto el gobierno si ha pensado en esto y yo no lo sé. Sin embargo me extraña que siendo estas tal vez las víctimas más numerosas de todas, la opinión pública no haya escuchado nada al respecto y mucho menos que su causa haya sido llevada a la mesa de negociación.
Identificar estas víctimas plantea un reto de proporciones mayores, pero si la idea es reconciliarnos y sanar heridas, no podemos excluirlas. Reconocerlas abiertamente sería ya un enorme paso. Tenemos la necesidad de socializar el tema porque entre otras virtudes, tiene la de hacer ver a muchos guerrilleros en una dimensión más humana y real, y ver y entender las atrocidades de un conflicto armado.
Reparar estas víctimas invisibles es no solo un acto de elemental justicia sino un imperativo moral. La indefensión provocada por el abandono del Estado fue la causa principal de que a esos niños y niñas les hubieran robado su niñez y su inocencia, de forma tal, que sus juguetes pronto fueron un fusil, y el juego…los horrores de la guerra con sus muertos reales.
Sería conveniente que el gobierno expusiera su pensamiento sobre el tema porque este no puede ser ignorado. Una injusticia de este tamaño abriría la puerta a un sinnúmero de problemas a futuro, y dejaría la negociación bastante coja.
