Cuando Natura se enverraca

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Las catástrofes naturales siempre han acompañado a la humanidad desde sus mismos inicios. Quizás la gran diferencia entre las catástrofes actuales y las de hace miles de años es el papel que el hombre ha jugado en las mismas. Hoy la evidencia sugiere que las acciones humanas han llevado a un calentamiento global que tendrá importantes implicaciones en la vida de las sociedades y de los países.
Dentro del mapa de riesgo publicado recientemente por la ONU, Colombia es uno de los sitios de riesgo señalados. Ya hemos comenzado a ver los efectos de este calentamiento global, como por ejemplo el incendio forestal de la Sierra Nevada de Santa Marta y la sequía en los llanos y gran parte del país. La erosión costera que vemos a lo largo de nuestras costas atlántica y pacífica, el acelerado deshielo de la Sierra Nevada, y en otras latitudes, huracanes y grandes terremotos.
Hoy algunas de las ciudades más industrializadas del mundo como Londres, Ciudad de México y Pekín, e incluso Bogotá en menor escala, manejan altísimos niveles de contaminación, peligrosos para la salud humana. Los seres humanos se están envenenando en estas grandes ciudades industrializadas y en ocasiones ni siquiera pueden salir de sus viviendas debido a la pobre calidad del aire.
La ONU en su informe también advierte que los países más pobres van a pagar un altísimo precio como consecuencia de estos cambios climáticos. Se habla de un aumento de la pobreza, de desplazamientos y otros escenarios bastante preocupantes.
¿Me pregunto yo hasta dónde debe llegar el irrespeto de los seres humanos por la naturaleza antes de que tratemos de enderezar el rumbo? ¿Cómo nos estamos preparando los países del tercer mundo para confrontar esta verdadera calamidad social y natural?
Llevamos décadas talando nuestros bosques y afectando nuestras fuentes hídricas y por eso no debería extrañarnos que una ciudad como Santa Marta este confrontando una emergencia a causa de la sequía.
Adicionalmente, el crecimiento nuestra ciudades, y Santa Marta no es la excepción, ha sido caótico y desordenado y sin planeación alguna. Todo esto ha llevado a que el manejo de los recursos naturales siga la misma línea, siendo los abusos más comunes, el desperdicio y el robo de los mismos.
En Santa Marta, muchos de nosotros no tenemos el menor problema en lanzar nuestros desperdicios sólidos al río Manzanares, para citar sólo un ejemplo. Muchos dueños de fincas tampoco tienen problema en desviar el cauce del río en detrimento de los demás, y se dan situaciones en que casas, e incluso barrios, se roban el agua, la luz y hasta la mujer del vecino si les dan la oportunidad.
Los que talan bosques pensando en una ganancia inmediata no tienen conciencia de que la renovación es necesaria no sólo para preservar la naturaleza sino también para preservar sus modos de subsistencia. Aquellos que viven de la pesca, lo hacen sin una conciencia ecológica y pescan indiscriminadamente y con medios a veces bastante nocivos, sin entender que están matando la gallina de los huevos de oro. Para rematar, los mares se han convertido en un basurero y dentro de poco solo tendrán basura y plásticos.
Revertir el daño ocasionado por la acción humana tomará mucho tiempo, sin embargo es una tarea inaplazable, prioritaria e inmediata. Todos deberíamos actuar en nuestras actividades diarias y en nuestras actividades económicas con clara conciencia de que el manejo de los recursos naturales es responsabilidad de todos y nos afecta a todos.
Entiendo el estudio de la ONU como un campanazo de alerta que nos invita a pensar y a despertar. No hay que caer en fatalismos apocalípticos sino tomar acciones que nos ayuden a reparar el daño que hemos hecho. Hoy la evidencia muestra que cuando nuestra madre naturaleza llora, los hombres perecemos, y si no hacemos algo, el siglo 21 promete ser el de las grandes catástrofes.