Historia de una destitución anunciada

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Los hechos políticos son susceptibles de convertirse en hechos jurídicos y viceversa. En el caso de la destitución de Petro como alcalde de Bogotá, un hecho jurídico se convirtió finalmente en hecho político. Estos procesos de conversión generalmente toman algún tiempo, y el caso de Petro no fue la excepción.

Las realidades política y jurídica por convivir simultáneamente dan lugar a tensiones y a interpretaciones desde una u otra óptica. Para los defensores de Petro estamos netamente frente a un hecho político, mientras que para otros estamos frente a un hecho jurídico.
La opinión pública, generalmente carente de los elementos de juicio y de las pruebas que obraron en el proceso, es decir todo lo que determina la verdad sumarial, suele hacer interpretaciones a la luz de sus prejuicios políticos. El Procurador no es santo de mi devoción porque es un pésimo ejemplo cristiano, sin embargo, considero que la destitución de Petro se basó en sólidas argumentaciones jurídicas. Tanto así que la CIDH sólo se atrevió hacer recomendaciones.
Desde el punto de vista jurídico se entra discutir la preeminencia de las instancias internacionales sobre las instancias nacionales. Es un tema no del todo aclarado y según los países y los tiempos las posturas cambian. No tenía lógica desconocer una decisión basada en legislación nacional so pretexto de que la decisión de la CIDH pesa más. Derrotero peligrosísimo. No le corresponde al Presidente de la República, quien no es juez, decidir un tema que está más allá de sus facultades legales. Haber desconocido el fallo del Procurador, sin duda metería en graves problemas legales al Presidente de la República. Desde este punto de vista la decisión del presidente Santos es acertada.
Nadie está por encima de la ley y por lo tanto la condición de pertenecer a la izquierda, no puede convertirse en inmunidad automática para quien la ostenta. Hay que darle el beneficio de la duda al Procurador General de la Nación y creer que actuó en todo momento conforme a derecho sin importar las implicaciones políticas de su decisión.
Desde el punto de vista político, cualquiera fuera la decisión que tomara el presidente Santos en este caso, iba a ser interpretada políticamente. Sugieren algunos que la decisión final adoptada favorece electoralmente a Peñalosa. No veo por qué. Entre otras cosas porque considero que Peñalosa es un invento del santísimo para atajar a los candidatos presidenciales que tienen verdaderas posibilidad de pelearle en la segunda vuelta. Peñalosa es flor de un día tal como lo fue Mockus.
La situación de zozobra de Bogotá a causa de los múltiples cuestionamientos a la administración Petro había creado una parálisis de gestión que estaba afectando de manera seria la vida de los capitalinos. Sin embargo la destitución del alcalde Pedro no se produjo como consecuencia de su incapacidad administrativa sino por la configuración de una falta disciplinaria.
Los ciudadanos son los únicos que deciden sobre la incapacidad de un alcalde por medio de la revocatoria. El Procurador no puede sancionar a un funcionario público simplemente porque es incapaz sin extralimitarse en sus funciones.
Adicionalmente, hay otro tipo de consideraciones que deben ser tomadas en cuenta en este caso. En Bogotá vive una quinta parte de la población total de Colombia, y además es el centro de poder político y económico del país. Por esto ser alcalde de Bogotá es el segundo cargo más importante del país. La situación de zozobra, caos e incertidumbre debía ser cortada de tajo, y así lo entendió el Presidente al convertir en hecho político consumado lo que desde hace rato era un hecho jurídico.
Es el momento de pasar esta página de la historia tanto para Petro como para la capital del país. Me sigue pareciendo excesiva la sanción impuesta a Petro, la cual lo obliga a buscar escenarios de participación política tras bambalinas. Desafortunado para el país porque más allá de las equivocaciones que pudiera haber cometido Petro en su gestión, su presencia visible en el escenario político colombiano es hoy más necesaria que nunca. Le deseo lo mejor a Petro en sus nuevos rumbos.