La PISAda que dolió

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Los resultados de Pisa 2012, mostraron la realidad de la educación en Colombia comparada con 64 economías del mundo. Quedamos en uno de los últimos lugares, lo cual debe ser una invitación a reflexionar sobre el asunto.

Creo los resultamos son coherentes con la distribución de oportunidades que tenemos hoy en nuestra sociedad, es decir, una minoría es la que tiene mayormente acceso a las mejores oportunidades profesionales y laborales, y esto se refleja desde muy temprano en la vida escolar.

Sin embargo, considero equivocado caer en explicaciones reduccionistas que son producto de nuestros prejuicios, y no producto de un análisis y ponderación juiciosa de todos los elementos que afectan el desempeño escolar de nuestros estudiantes. Estas explicaciones reduccionistas, que son las únicas que se han oído en el país, pueden llevar a cometer injusticias con el gremio de los docentes y a aferrarnos a soluciones simplistas que en últimas nada resuelven.

La hecatombe de nuestra educación no puede entenderse si no se valora desde una perspectiva social más amplia que abogue por soluciones integrales que van mucho más allá del simple aspecto académico.

La explicación que más gusta y convence, es la de que la culpa es de los profesores porque estos no están bien preparados, y consecuentemente, si mejoramos la calidad de los profesores, mejoraremos el desempeño de nuestros estudiantes. Obviamente esto demanda inversiones cuantiosas.

Lamentablemente este enfoque está llamado a fracasar, aunque es cierto que hay que mejorar la calidad de los docentes. Está llamado a fracasar porque el éxito académico solo se logra si el contexto social y cultural es fértil y estimula la excelencia académica.

No es secreto que las economías que obtuvieron los mejores resultados en el Pisa, tienen como valor preponderante la disciplina. En muchas de las sociedades asiáticas con los mejores resultados, se valora la educación tanto, que los profesores son casi que venerados y ocupan un lugar alto en la escala social. Es un contrasentido decir que valoramos la educación si no valoramos a quienes la imparten.

El Pisa y la experiencia muestran que las economías que sobresalieron, la sociedad (familia y escuela) tienen altas expectativas de los estudiantes. En Latinoamérica este no es el caso. No es un problema socioeconómico sino de expectativas y valores, los cuales pueden estar presentes en cualquier clase social.

Un excelente profesor en un contexto social pobre -entendiendo pobreza como pocas expectativas y valores equivocados- poco puede hacer para que la mayoría de sus estudiantes logren la excelencia académica.

Conozco un caso, en el que una profesora bien preparada y con mucha experiencia era considerada excelente en un distrito escolar de altos ingresos en donde la mayoría de los padres tenían doctorados y en donde general el grado de escolaridad de la población era muy alto. Esta misma profesora, en un acto de altruismo quiso enseñar en un distrito escolar pobre y fracasó estruendosamente. ¿Qué hizo la diferencia? En el primer distrito escolar podía enseñar por la actitud tanto de los padres como de los estudiantes, e incluso los profesores de este distrito decían que los alumnos iban a aprender a pesar de ellos. La expectativa compartida por la sociedad en general es que estos estudiantes se estaban preparando para obtener doctorados en las mejores universidades del mundo.

En el segundo distrito la maestra no pudo enseñar, ya que la mayoría del tiempo se la pasaba resolviendo los problemas de convivencia y de disciplina de sus estudiantes. La misma profesora, en dos ambientes distintos con resultados opuestos. Solo profesores excepcionales, de esos que aparecen en películas, como la historia del profesor Escalante en Los Ángeles, California, son capaces de lograr cambios actitudinales en sus alumnos incluso cuando estos están inmersos en contextos sociales pobres. La realidad es que los Escalante de este mundo son una especie muy rara y escasísima.

Es iluso pensar que solo mejorando la calidad de los docentes, vamos a lograr un salto cualitativo en la educación de nuestros hijos. Es equivocado que el gobierno por medio de su ministra de educación les venda esta idea a los colombianos.

Lo que ha debido hacer la ministra es contextualizar debidamente el reto a afrontar y entonces si haber definido que parte de la solución le corresponde a su cartera. No fue la única, ya que lo que he escuchado de todos los que han participado en este debate, incluyendo sindicatos de docentes y supuestos expertos y académicos, es lo mismo que dijo la ministra. Identificación total en donde radica el problema y cuál debe ser la solución.

La parte de la solución que le corresponde al ministerio de educación es la más fácil y no es la más determinante, el resto nos corresponde a todos.