¿Quién incendió el país?

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Escrito por:

José Lafaurie Rivera

José Lafaurie Rivera

Columnista Invitado

e-mail: jflafaurie@yahoo.com

Twitter: @jflafaurie



 Los "indignados" del campo y la ciudad, se están tomando el país. Lo grave del fenómeno es que puede acentuarse en lo que resta de esta administración, por cuenta de las crecientes demandas sociales y el

pobre crecimiento económico. La percepción es que el Gobierno perdió el rumbo de la realidad nacional y las dinámicas regionales. Una peligrosa vía que lo llevó a tomar decisiones erróneas, que dilapidaron el buen clima de seguridad, los favorables vientos económicos y la bonanza de recursos -fiscales y del entorno inversionista-. Hoy, preso de sus apuestas arriesgadas, el Gobierno luce sin margen de maniobra para impulsar el aparato productivo, atajar la protesta o reactivar la lucha anti-terrorista.

En el frente económico, por ejemplo, aunque el Gobierno le apunta a un crecimiento del 4.5% para 2013, no da muestras de corregir la volatilidad de la tasa de cambio, como para que abriguemos su optimismo. De hecho, el crecimiento del PIB se ha desacelerado desde finales de 2011, sin muestras de revertir su tendencia. Un comportamiento atribuido en buena medida a la revaluación, que ha sido dramática sobre muchas variables y sectores que intervienen en la formación del PIB. De seguir esta peligrosa senda, su efecto será trágico sobre empleo, consumo y metas de recaudo, que ya patinan en la cuestionada reforma tributaria.

Y es que el tema de los ingresos cobra relevancia, a la luz de la creciente movilización social, pues el Gobierno se vería abocado a financiar, con deuda pública, el nuevo gasto para atender las demandas legítimas de la población. Una verdad que incluso habla mal de la ejecución del rubro de inversión del Presupuesto. Así, mientras sectores como el agropecuario, demandan inversiones urgentes para apalancar su competitividad de cara a los TLC, el nivel de ejecución real no supera en promedio el 35%.

Esto en buena parte como resultado de los mensajes equívocos que ha enviado este Gobierno y que lo tienen apagando incendios. Pero, sigamos. En materia de inseguridad, aumentaron los secuestros, la extorsión y el terrorismo. Enfrentamos la retoma de territorios por parte de las Farc y el ELN, el rediseño de las Bacrim y la consolidación de sus alianzas. Pero, mientras se piden resultados a la tropa, se negocia con los narco-terroristas en La Habana y se propone la despenalización de las drogas, a sabiendas que es su combustible.

Y, claro, han sido 3 años haciendo demagogia con la tierra, cuya primera expresión la padecen los habitantes del Catatumbo. Una crisis que amenaza con salirse de madre, entre otras razones por que está atada a Cuba. Creo que el Catatumbo merece un futuro con esperanza. Tanto como los mineros artesanales, lecheros, algodoneros o cafeteros. Es hora de corregir el rumbo. Una tarea que no podrá hacerse cediendo a las vías de hecho que instigan las Farc, sino desde un Gobierno conocedor de la realidad regional, con capacidad de ejecución y cercano a las necesidades de los colombianos que trabajan desde la legalidad.



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