Crecimiento versus desarrollo

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Juan Echeverry Nicolella

Juan Echeverry Nicolella

Columna: Purgatorio

e-mail: juanecheverry@hotmail.com

Twitter: @JPEcheverry



La mayoría de ciudades colombianas crecen de forma insostenible. En ese camino hemos confundido el concepto de crecimiento con el de desarrollo. El primero tiene que ver más con la construcción de edificios, centros comerciales y vías pavimentadas.

Nos maravillamos con el cemento que hace a nuestras ciudades cada vez más calientes y congestionadas y menos públicas y digeribles. El verdadero desarrollo en cambio se preocupa por la calidad de vida de esas personas que sobreviven en la selva de cemento.

Los esfuerzos por minimizar la desigualdad social y por recuperar la sostenibilidad ambiental hacen parte del concepto de desarrollo sostenible. Y eso es una bandera que no se pueden robar movimientos políticos con ideología de izquierda.

La responsabilidad en la generación de desarrollo debe ser transversal a quienes participan en lo público.

Hasta hoy, las clases políticas locales en la mayoría de capitales colombianas han manejado sus ciudades con resultados desastrosos. Han destruido y contaminado los ecosistemas de bosques, ríos y humedales.

Causaron unos servicios públicos ineficientes que reducen la competitividad de las ciudades. El crecimiento urbano desaforado se multiplica con los desplazados y termina generando las barriadas ilegales que rodean hoy nuestras ciudades.

Toda esa falta de planificación contribuye a los indignantes índices de desempleo y miseria que terminan generando criminalidad y violencia. ¡Nuestra insostenibilidad social no nos debería dejar dormir!

Pero no parece asomarse una solución rápida en el panorama. Bogotá, por ejemplo, ha optado por entregar el manejo de la ciudad a movimientos de izquierda populista que repetidamente han demostrado su incapacidad e ineptitud para gobernar en los últimos años.

Mientras tanto los ciudadanos parecemos presos de un individualismo desmedido y egoísta. Exigimos vernos como individuos de derechos pero nos hacemos los sordos cuando nos hablan de deberes. Como si viviéramos solos, como si el mundo existiera sólo para nosotros.

Qué gran daño nos ha hecho el individualismo neoliberal. Desconocemos que "quienes no se preocupan por lo público están condenados a ser gobernados por los que sí lo hacen". Y quienes sí se preocupan lastimosamente han visto la actividad de gobierno como no más que una oportunidad para llenarse los bolsillos.

Aunque parezca menor, habrá que rescatar, entender y recordar los valores básicos de la vida en comunidad que son fundamentales en una sociedad civilizada. La perdida de ellos es la causa real de la violencia y la corrupción en Colombia. No son los pobres la causa de nuestros problemas, dignificarlos es la ventana a la solución y es una responsabilidad de todos.

Esos pilares deben ser la columna vertebral para construir la política moderna y renovadora que nos hace falta.

Una política que no se puede construir sobre las arenas movedizas del populismo socialista ni del capitalismo neoliberal salvaje. Una generación construida bajo los principios morales y el respeto por el orden, será la madre de los funcionarios capaces que no vendan sus voluntades al mejor postor.

Nosotros somos los responsables de hacer conciencia y abrirles el camino formándolos. Ellos serán quienes tengan la capacidad para planificar el desarrollo sostenible y no sólo dejar que nuestras ciudades crezcan de forma desordenada. Finalmente ellos serán los visionarios que en realidad puedan afirmar como Mariano Ospina Rodríguez: "No somos mercaderes de ilusiones sino empresarios de realidades".