Sigue la rivalidad,perdimos con Venezuela

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Escrito por:

Juan Echeverry Nicolella

Juan Echeverry Nicolella

Columna: Purgatorio

e-mail: juanecheverry@hotmail.com

Twitter: @JPEcheverry



Sin lugar a dudas la selección colombiana de fútbol atraviesa por un buen momento. El talento de los jugadores y la dirección técnica de José Pekerman parecen haberse puesto de acuerdo para trabajar en equipo y llevarnos al mundial. Sin embargo perdimos en Venezuela tras haber alcanzado varias victorias.

No me referiré a lo futbolístico porque no sobresalen mis conocimientos al respecto, pero sobretodo porque el partido del 26 de marzo por la noche se trató de todo menos de fútbol.

En plenos actos de protocolo se quiso honrar la memoria del dictador venezolano fallecido con un minuto de silencio. Pero cualquiera que fuera la razón, hubo más ruido y silbatina que honores. Y el partido empezaba aderezado con el picante político más fuerte: nacionalismo de parte y parte.

Cuando apenas empezaba el juego ya me preguntaba ¿qué camiseta usarían Piedad, Petro, Márquez y todas las viudas de Chávez? ¿A cuál equipo apoyarían esos colombianos quienes creen que Colombia es la antítesis de la democracia, pero en cambio que el modelo chavista es la solución a los problemas? ¿A quiénes les harían fuerza los que financiados por el gobierno venezolano han recorrido el mundo hablando mal de su propio país?

Los primeros minutos del partido fueron igual de tensionantes que una cumbre Uribe vs Chávez. Recordábamos segundo a segundo toda la rivalidad entre los dos pueblos hermanos.

El gol de Venezuela en el primer tiempo fue demoledor. Como si nos atacaran los aviones rusos Sukhoi con que tanto nos amenazaron. Intentamos reponernos y en el segundo tiempo nos dedicamos a atacar más por la herida en el ego patriota que por empatar el partido. Pero el daño ya estaba hecho y no nos pudimos recuperar.

Bastaba escuchar los comentarios de quienes veían el partido desde Colombia para darse cuenta que lo que se pateaba no era sólo el balón. "Uno a cero va el partido pero por lo menos tenemos Presidente. ¡Vamos empatados!", escuché descaradamente entre risas a un espectador. Pateábamos igualmente las intenciones del gobierno venezolano de inmiscuirse en nuestros asuntos. Pateábamos la protección que le dan en su territorio a quienes nos asesinan. Pateábamos la impunidad de las Farc patrocinada por sus líderes.

Acabado el partido vino lo único que faltaba: "¡Viva Venezuela! Extraordinario juego, muchachos! Felicitaciones!" trinó la cuenta en Twitter (@chavezcandanga) del fallecido comandante. A los pocos minutos quien maneja la cuenta borró el mensaje. ¿Quién lo hace? ¿Fue hackeada? Son preguntas para responder en otra ocasión.

Así mismo entraron hackers a la página de la Federación Colombiana de futbol, la vistieron de vinotinto y escribieron: "Viva Venezuela carajo".

En todo caso, para no parecer malos perdedores - acaso alguien no lo es - debemos aceptar la derrota con altura. Me refiero a la derrota futbolística, la del uno a cero. Mientras tanto y gracias a Dios, todavía podemos seguir pensando en el mundial.

En Venezuela perdimos también el orgullo. ¡Pocos partidos como ese, hieren además el alma misma del patriotismo colombiano! Y ahí no hay mundial que valga.



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