El hecho que desató la furia de Petro fue que Fico Gutiérrez, alcalde de Medellín, hubiera borrado un mural hecho arbitrariamente por unos supuestos artistas urbanos, y que supuestamente servía de memoria para recordar a los desaparecidos en la Operación Orión.
Donde Petro ve derecho a la libre expresión y arte, Fico ve daño a bien público y vandalismo. Petro permanente y sistemáticamente justifica violar la ley. El presidente carece de bases legales para atacar a Fico, pero incita a la violación de la ley porque sirve a sus propósitos de querer meter preso a Uribe.
Hay un hecho irrefutable: la Comuna 13 antes de la Operación Orión era un sitio vedado para las autoridades y centro de operaciones de la guerrilla y los delincuentes, y esto cambió radicalmente como consecuencia de la intervención militar. Que si hubo abusos o violaciones de derechos humanos es todavía materia de investigación.
El alcalde Giuliani devolvió la tranquilidad a Nueva York con medidas parecidas a las de Fico. Los empleados esperaban a que los vándalos hicieran sus grafitis en los vagones del metro o paredes, y apenas terminaban los borraban. Los volvían a hacer y los volvían a borrar. La teoría de la Ventana Rota está más que probada en psicología y en criminalística: una sola ventana rota en un vecindario tiene el efecto psicológico de desencadenar comportamientos criminales. Analógicamente, una casa sucia y llena de basura se invadirá de alimañas. Si se quiere cambiar el comportamiento humano, un paso fundamental es cambiar el entorno.
Fico y todos los alcaldes del país deberían seguir el ejemplo de Giuliani. La pregunta es ¿por qué constantemente Petro invita abiertamente a violar el contrato social? Cree que los delincuentes y vándalos pueden pasarse la ley por la faja so pretexto de marginación social y deudas ancestrales. No señor, así no son las cosas. ¿O es que yo puedo parquearme en sitios prohibidos o hacer con la fachada de mi casa lo que me venga en gana?
La explicación al comportamiento del presidente durante su desgobierno es preocupante. En el escenario más optimista estamos ante un presidente neurodivergente (espectro autista) con obsesiones diabólicas, y en el menos optimista, estamos frente a un sociópata. Aprendí en Psiquiatría Forense que los segundos no son rehabilitables. Los dos escenarios son aterradores, pero explican el desgobierno y las obsesiones de Petro y llenan de zozobra porque su comportamiento no cambiará.
A Petro se le ha ido la presidencia desmontando el estado de derecho, sembrando caos y construyendo un nuevo país llamado Bertolandia, que es una especie de ciudad Gótica. A Petro se le fue la presidencia en peleas insulsas en X, ausencias inexplicables, agendas privadas, escándalos y rodeado de ineptos aduladores; la lealtad es más importante que la idoneidad. Quien cuestione, se va.
El experimento social que quiere implantar Petro fracasó en todos lados. Biden intentó una revolución cultural atendiendo las voces extremas de su partido y terminó en desgracia y quitándole a Carter el puesto de peor presidente de la historia estadounidense. En las ciudades estadounidenses que aun insisten en la agenda progresista, solo hay caos y crimen, y como en California también desastres consecuencia de la ineptitud gerencial.
La única forma de salir de este hueco es hacer lo opuesto. Restablecer el imperio de la ley y el orden. Meritocracia para ocupar cargos. Educación con principios y pensamiento crítico que forme ciudadanos de bien. Adiós a la corrección política y a la censura. Eliminar la victimización inocua del discurso social y político.
A una acción corresponde una reacción igual y en sentido opuesto es un principio de física y de lógica. Sabemos la receta, pero nos falta la voluntad política para hacerla realidad.