Kamala, you are fired!

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com

Es con inconmensurable alegría y alivio que escribo estas líneas. El triunfo de Donald Trump es el triunfo del sentido común y un rechazo inequívoco al extremismo ideológico de izquierda que secuestró al partido demócrata.

La derrota demócrata lleva por lo menos una década incubándose, es el fracaso de sus políticas de inclusión y equidad, de protección a la crisis climática, y en ultimas el reflejo del impacto que todo esto ha tenido en la vida del ciudadano promedio y en la clase trabajadora.

Para comenzar, Kamala fue elegida por razones diferentes a su competencia profesional; fue elegida por razones de equidad. Llegado el momento, obviamente no estuvo a la altura del reto; incapaz de defender sus posiciones o propuestas presentes o pasadas.

El partido demócrata fue capturado ideológicamente por una izquierda extrema totalmente desconectada del americano promedio. Enfocados en pronombres, en trasgenerismo, en transición energética, en permitir la inmigración ilegal, en atacar a las fuerzas del orden y quitarles los fondos, celebrando la destrucción de comunidades so pretexto de protesta social, descriminalizando delitos y colocando en peligro comunidades, el adoctrinamiento en las escuelas, subsidios a diestra y siniestra y el intento de cancelar a todo aquel que se opusiera a la agenda woke y de manipular los medios, y su gran caballo de batalla que era el derecho al aborto sin restricciones a nivel federal.

Los efectos de la implementación de estas políticas en las comunidades fueron devastadores, y convirtieron a muchas comunidades en verdaderas, y peligrosísimas, cloacas humanas. Peor, empobreció y colocó contra las cuerdas la economía familiar de la mayoría, especialmente por cuenta de la inflación. Los ciudadanos comenzaron a cuestionar las políticas que llevaron a esto: energías alternativas y transición energética, no exploración de petróleo y ataque a los hidrocarburos, y todo lo que se le presentó a los americanos como IRA (Inflation Reduction Act).

La inmigración ilegal afectó a las comunidades sobre todo a las más vulnerables. Aumentó la criminalidad, incluyendo crimenes violentos, desorden y caos en las comunidades y competencia con la mano de obra no calificada. Las manos de las fuerzas del orden atadas por el nuevo pensamiento. Fue claro que el desmantelamiento que hizo Biden de las políticas de inmigración de Trump causó este caos.

Resultó que los americanos, y entre estos la mayoría de las mujeres, no estaban tan interesados en asesinar no nacidos, ni preocupados con el uso del pronombre elegido, ni permitir competencia de mujeres tras género (hombres operados) en deporte de mujeres sino en ciudades seguras donde haya autoridad y orden. El americano promedio exige un volver a lo “normal”; exige desmantelar todas estas políticas progresistas y ficciones ideológicas y conversar sobre lo real.

Fue un rechazo profundo a la censura oficial y una defensa del derecho a la libre expresión, un rechazo a la manipulación de los medios masivos que mayormente fueron irrelevantes a pesar de la propaganda y de que Kamala gastó cuatro veces más que Trump. Quedó en evidencia la inocuidad del apoyo de las celebridades de Hollywood. Hoy el medio masivo más importante e influyente es X, antes Twitter, y el hecho de que Elon Musk lo hubiera adquirido y esterilizado fue clave para que la gente tuviera otra perspectiva de la realidad. Trump y su Vicepresidente se valieron también de los Podcasts, especialmente de los que cuentan en la opinión pública como Joe Rogan y Tucker Carlson. Tres grandes diarios demócratas en un acto de reflexión sobre su relevancia, decidieron no apoyar a ningún candidato, uno de estos el Washington Post, que pertenece a Jeff Bezos, dueño de Amazon; considerado un baldado de agua fría por los demócratas.

El triunfo de Trump es un llamado a la normalidad, o como él mismo lo dice: un llamado al imperio del sentido común.