COP16: acción para vivir

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Escrito por:

Eduardo Verano de la Rosa

Eduardo Verano de la Rosa

Columna: Opinión

e-mail: veranodelarosa@hotmail.com

Fundamental el encuentro que sostuvimos en Ibagué los gobernadores y gobernadoras del país con la ministra de Ambiente, Susana Muhamad y otras autoridades previo a la COP16. Allí, se proclamó el “Manifiesto por la Biodiversidad del Planeta” que resume la visión como país, la visión de las regiones y la visión internacional de lo que Colombia, no solo como país anfitrión, sino como uno de los más biodiversos del mundo, llevará a esta cita mundial que se realizará en Cali entre el 21 de octubre y el 1 de noviembre próximo. Una oportunidad para evaluar los compromisos suscritos entre las 196 naciones que asistieron a la COP15 de 2022 en Montreal para frenar el deterioro del planeta con proyección a 2030 y las decisiones que se tomarán de aquí en adelante.

La COP16, por sus siglas en inglés, es la Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica de la ONU, por lo tanto, el Manifiesto detalla que a nivel país lo primero es la protección del patrimonio natural mediante el fortalecimiento de la legislación ambiental para intensificar acciones de control y judicialización de los delitos ambientales, de igual manera inversiones que garanticen la conservación de la fauna silvestre y los ecosistemas.

Para ello se propone la distribución regional del Fondo para la Vida y la Biodiversidad y reducir el impacto de las economías ilícitas en el ambiente.

Cada vez más tenemos pasivos ambientales por la minería ilegal y los cultivos ilícitos. La única manera de garantizar un futuro más seguro, resiliente y sostenible para todos es con procesos participativos de educación e innovación que fortalezcan la conciencia ambiental y fomenten la participación activa de la gente como “guardianes de la biodiversidad”.

Esta vinculación va atada a la inclusión de innovaciones tecnológicas como el uso de inteligencia artificial para el monitoreo y detección temprana de amenazas, el modelado de impactos ambientales y la optimización de estrategias de conservación entre otros asuntos relevantes.

Otro punto clave de la estrategia nacional es fomentar la descentralización y la autonomía de los recursos para la protección de la vida, por eso se proyecta acelerar las transferencias por regalías a los territorios donde haya mayor necesidad.

A nivel regional, el Manifiesto hace una clasificación detallada por cada territorio de las tareas a priorizar. Las gobernaciones y alcaldías deben tener sendas estrategias para fomentar la bioeconomía y la sostenibilidad alimentaria, el turismo responsable y la conservación de la biodiversidad especialmente en los Andes y todos los ecosistemas sagrados como el gran corredor biológico andino que armonizará los sistemas de fauna silvestre que están afectados, la vida de nuestros océanos y la erosión costera, las dificultades que tenemos por la pérdida de áreas protegidas en el Chocó, conservar la riqueza exuberante de la Orinoquía y Amazonía y también la transformación energética de la región Caribe como punta de lanza de un desarrollo ajustado a la economía circular.

También hay que construir, según el Manifiesto, una agenda de negociación internacional en la que Colombia participe con el resto del mundo en la implementación de un trabajo investigativo de todos los recursos genéticos con el objetivo de conservar de mejor forma y sostenible la biodiversidad. Las fichas están sobre la mesa: ¡Actuemos!