A menos de un mes de las elecciones locales, fue revocada la candidatura de Carmen Caicedo a la Alcaldía Distrital por el partido Fuerza Ciudadana. La revocatoria, obedeció al fallo del Consejo Nacional Electoral (CNE), quien encontró que la candidata estaba incursa en inhabilidad por vínculos familiares con el Gobernador del Magdalena, Carlos Caicedo y Anamaría Ortega Caicedo, exdirectora del Instituto Distrital de Turismo. No obstante, la flagrante inhabilidad, el Gobernador Carlos Caicedo y líderes de Fuerza Ciudadana se resisten a aceptar el fallo, por lo cual, han decidido utilizar todos los recursos que les brinda su posición de poder para sabotear la democracia, perturbar la independencia y autonomía de las instituciones, y someter a la ciudad bajo la amenaza de un estallido social. Como si se tratara de Luis XIV, a quien se le atribuye la frase “L'etat c'est moi” (El Estado soy yo), nuestro monarca criollo Carlos I, pretende irrespetar la estructura procesal de la Nación con la desteñida narrativa de victimización, al tiempo que esparce odio para cubrir las promesas incumplidas y pobres resultados de sus administraciones.
La reacción de los líderes de Fuerza Ciudadana no sorprende. Este ha sido su modus operandi desde que decidieron instrumentalizar las entidades públicas para dividir la sociedad. La ciudad recuerda varios episodios en los cuales este grupo político ha empleado la intimidación desde la institucionalidad, para intentar frenar decisiones que afectan intereses particulares de sus líderes. El primero de estos, en marzo/2019, cuando el Gobernador Caicedo y su candidato Rafael Martínez, se tomaron la seccional regional de la Fiscalía acompañados de funcionarios públicos y contratistas del Distrito, para presionar a los operadores de justicia, quienes adelantaban en su contra procesos por presunta corrupción en la contratación de obras de la red hospitalaria.
En mayo/2020, durante pandemia, emplearon la misma estrategia ante la decisión de la Superintendencia de Salud de intervenir el Hospital Julio Méndez. A su llegada a las instalaciones del Hospital, el Superintendente Fabio Aristizábal Ángel, fue interceptado y acorralado por el Gobernador y sus seguidores, quienes, en medio de insultos y señalamientos temerarios, intentaron sin éxito amilanar al funcionario. La demora fue que el presidente Petro reversara la intervención y les entregara el control del Hospital para que lo politizaran y desmejorarán los avances logrados en sus servicios.
En noviembre/2021, otro abuso de poder tuvo lugar ante la intervención de la Essmar por parte de la Superintendencia de Servicios Públicos. Nuevamente el ataque es contra la institucionalidad y servidores que cumplen con deberes constitucionales. La intervención fue ordenada por la crisis financiera –comprobada- de la entidad y su incumplimiento en la continuidad y calidad del servicio de acueducto. Sin vergüenza, el Gobernador, lideró una turba de empleados y contratistas del Distrito y Gobernación, para tomarse de forma violenta las instalaciones de dicha entidad. Como resultado: daños en bienes públicos, ofensa a autoridades policivas y acorralamiento de servidores públicos.
Ante el fallo de Revocatoria por parte del CNE, la respuesta ha sido sistemática: campaña en redes sociales en contra de magistrados del CNE; líderes y seguidores de Fuerza Ciudadana se tomaron la sede de la Registraduría Nacional; programación de marchas y tutelatones. Pero esto no termina ahí, pues se esperan más acciones para socavar la legitimidad de las instituciones, desgastar el sistema judicial y cancelar moralmente a sus adversarios.
No les ha bastado con instaurar una dictadura blanda en la ciudad, reemplazar el dialogo social por el lenguaje de odio, imponer un nuevo orden social en el que gradúan a sus aliados como amigos y a adversarios como enemigos de la ciudad, precarizar los recursos y potencialidades del territorio. ¡Van por más!
“En lugar de levantar un Estado para proteger a los ciudadanos frente a las mafias, transforman este en una organización mafiosa concebida para apoderarse de los bienes más valiosos […] y para controlar sus mejores negocios con el fin de transferirlos a sus familiares y amigos.” (Moisés Naím).