Rol de padre

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Escrito por:

María Vélez Rojas

María Vélez Rojas

Columna: Opinión

e-mail: mariavelezrojas95@gmail.com


Los padres suelen pasar desapercibidos ante un contexto donde la maternidad refleja un contundente protagonismo social y emocional. No debería ser así, pues… realmente existen hombres ejemplares ejerciendo esta figura que naturalmente tiene mucho soporte colectivo y sin duda, a nivel familiar.

Más allá de limitarnos a las figuras representativas socialmente, deberíamos fijarnos en los seres humanos que se encuentran detrás de ellas. Hay muchos padres ejerciendo un rol maternal precioso e indispensable para la crianza de un hijo/as. Tienen una masculinidad consciente. No comen cuento de la cultura machista que los puede rodear, ni siguen posibles patrones de los tan famosos ‘padres ausentes’. Cómo también, hay muchas madres que les tocó ser por dos y remplazan esa figura paternal, generando todo ese refugio económico y emocional para poder sacar sus hijo/as adelante. Para ellas también: ¡feliz día del padre!

Lastimosamente, nos encontramos en una sociedad donde el mismo contexto conlleva a que muchos de los padres se dejen influenciar por la poca carga social y de responsabilidad que ejerce el mismo ‘qué dirán’ sobre ellos. Dando así, como resultado, el excesivo elogio por parte de sus espectadores, cuando simplemente se encuentran haciendo, lo que deben hacer respecto a sus hijos: ser responsables. 

Pero, aunque no debería ser así, se le reconoce (muy fuera del excesivo elogio al que me referí en renglones anteriores) a dichos padres responsables, que dentro de un contexto social donde la solución más fácil es repetir patrones y estereotipos paternales errados y complejos, hayan tomado consciencia desde el amor y quieran día a día ejercer su precioso compromiso de ser unos verdaderos padres. Y ni qué decir de aquellos padres que no solo se limitan a ejercer su compromiso de ser responsables, sino que además brindan todo un mundo lleno de soporte, amor y cariño sin límites.

Esos padres que siendo tu compañero, se convierten en aquel rescate, esa mano derecha o quizás, tu abrazo más contundente cuando la vulnerabilidad toca la puerta. Esos, que te componen canciones, inventan juegos para hacerte sonreír y llevan tus pies, encima de los suyos para enseñarte a caminar, antes de que quieras correr.

Esos padres, que te lavan esos mismos pies con agua fría cuando la arena del mar se vuelve incómoda y el piso de la realidad quema, quema muy fuerte. Esos padres de las conversaciones profundas, de los apodos dulces (literalmente) y aquellos de las enseñanzas que vienen de aquel valor inquebrantable emanado por la espiritualidad, por Dios. Esos padres que hacen todo eso y más, esos padres que te permiten aprender, madurar, soñar y volar.

A esos padres, a mi padre.

Feliz día!